martes, julio 10, 2012

Cuando germinan las piedras (o florecer en la adversidad)


Cierta vez, estando en construcción la que vendría a ser mi primera casa como gerente, me fue indicado que debía ir a ver una excavación cercana y escoger de entre muchas, tres o cuatro grandes piedras que tuvieran algún interés arquitectónico, para colocarlas en el jardín.

Y resulta que en esa zona de Caracas, y por las características del valle, se encuentran excavaciones donde aparecen piedras gigantescas producto de grandes deslaves milenarios que fueron rellenando las laderas hasta conformar lo que es hoy. Así es que en la parte más cercana a las laderas, es que aparecen grandes moles de piedra.

Efectivamente, asistí a la excavación cercana y comprendí que aquello era un favor mutuo; yo tenía mis piedras y la obras se deshacía de ellas, para seguir excavando. Resulta que cada piedra pesaba entre 12 y 18 mil kilogramos y tuve que traer grúas especiales y camiones que soportaran tal carga. Así fue, como un día domingo y tras haber conseguido los permisos correspondientes, que cargamos de un lado a otro las piedras. La ubicación, me fue asignada según mi criterio con la única salvedad, que alguna debería ser colocada de tal manera, que “pudiera germinar”. ¿Germinan las piedras?, me pregunté entonces. Igual, y tras imaginarme como sería que germinan las piedras y quizá haciendo una imagen con alguna gramínea, fue que conseguí la ubicación, y la forma de colocarla. (La verdad es que una piedra de 12 toneladas solo se puede poner de pocas formas).

Al cabo de unos días conocí a Lia Bermúdez, una escultora venezolana que tenía como lenguaje artístico el “germinar de las piedras”, una suerte de conjunción o matrimonio entre la piedra y el metal, donde la metáfora sin duda, es el florecimiento del material inerte. Debo decir que eso es una parte maravillosa del construir; conocemos gente maravillosa. Lia es una persona sensible, humilde, profunda y muy creativa. En el proceso de la siembra, vimos, germinar a las piedras. Esta metáfora maravillosa la habría de recordar por años, y ahora, tras leer a Seligman y su Psicología Positiva, es que le puedo dar sentido escrito.

La verdad es, que las piedras aunque fuesen semillas petrificadas, jamás tendrían ese tamaño ni alcanzarían ese peso y mucho menos esperaríamos que germinara. Pero, en sentido estrictamente metafórico, se trata de la posibilidad de trascender en la adversidad, superar obstáculos, aprender de ellos y por si fuera poco, salir fortalecido. Es así como se puede florecer en la adversidad, en la pena. Víctor Frankl decía que “el hombre crece y madura en el dolor”. Y eso lo dijo desde un campo de concentración nazi donde pudo describir la forma, por medio de la cual habría de florecer y sobrevivir, para poder contar la historia.

De la Psicología Positiva conocemos que se puede aspirar a tener la felicidad plena. Depende por una parte, de nuestra carga genética, de las circunstancias que nos toca vivir (y en algunos casos, difícil de cambiar), y por ultimo depende de nuestra voluntad. Casi la mitad de nuestra felicidad depende de nosotros mismos. Se trata de conocer qué fortalezas hemos desarrollado, y ponerlas a funcionar en la búsqueda de nuestro bienestar. Muchas veces lo logramos y entonces la gente cercana piensa -“floreció en el desierto”. (Con poco agua, sin tierra, pero con voluntad de vivir y de “florecer”). 

Es por eso que me parece ahora, que las piedras también pueden germinar; porque su germen se encuentra en nosotros mismos; solo hay que trabajar en cómo hacerlo. Los seres humanos, en nuestra búsqueda del bienestar personal, podemos en algunos casos, toparnos con la posibilidad de alcanzarlo a través de la trascendencia. Y trascender así mismo, se puede entender cómo ayudar a otros, a superar las adversidades. Y es en las adversidades, que algunas personas ayudadas por otras, logran sobreponerse y evolucionar como seres humanos.  Es por eso, que vemos a enfermos, lisiados, incapacitados o discapacitados siendo felices. Trascienden a sus limitaciones y aprenden a florecer en la adversidad. Porque algún aprendizaje he de tener, que es el de comprobar que los procesos de la felicidad y los de la infelicidad no se encuentran en la misma dimensión ni en el mismo sentido; donde el opuesto de la felicidad es su ausencia y no, el sentirse infeliz o desgraciado.


2 comentarios:

SP Expanser dijo...

"Amigo! hay una inmensidad de humanidad que te distingue unido a tu extraordinaria creatividad.
He disfrutado de estas líneas sobre el arte de hacer germinar las piedras, porque en nuestra función como promotores de bienestar, encontramos a muchos para quienes sus vidas están en toneladas de resignación....una especie de tristeza, sin forma, de la cual podemos moldear imágenes que la transformen en lo que es en realidad la persona humana: Una bella obra de arte!"

Facility manager dijo...

Guaoo, que bellas palabras, gracias. Creo que ahora todos los promotores tenemos la meta de hacer germinar a las piedras, un abrazo,
Alberto+