miércoles, mayo 31, 2017

Los tres estados del gerente-líder

Ahora el liderazgo sin dudas, es compartido. Se trata de acompañar a otros para que alcancen sus metas organizacionales. Existen varios enfoques destinados a definir al líder y como lidera o co-lidera  un grupo de trabajo; este ensayo trata de otra mirada, hacia lo interno del gerente que en la búsqueda de su propio sentido, ayuda a otros a alcanzarlo.

No es lo mismo que, en tratar de alcanzar las metas organizacionales derivadas de los objetivos, el gerente-líder le diga a su equipo lo que debe hacer para lograrlo, a que descubrir con qué fortalezas de carácter pudiera lograrlos. Es aquí donde la psicología positiva juega un papel importante, al mostrar, a través de un sencillo test, la lista de sus seis principales fortalezas con las cuales suele desenvolverse. Sin embargo, estas fortalezas no son inmutables y solemos re encuadrar nuestras vidas para ir poco a poco, teniendo las competencias para alcanzar lo que nos proponemos. Así también en la relación del líder con su equipo. 
La diferencia lo hace entonces, si sabemos que esto es posible y actuamos de forma deliberada, constante y prolongada. Conocer las metas organizacionales y personales, nos dan indicios de donde deberíamos estar en un futuro; estas herramientas nos indican el cómo. 
Como ya dijimos antes, podemos hacerlo a baja velocidad, dejando que lo hagamos intuitivamente, o en alta velocidad, donde conociendo a donde queremos ir, tomamos las decisiones para el desarrollo de competencias y habilidades que se requieren.

Entonces, bajo estas premisas, el gerente-líder, en el conocimiento de su propio proceso como co-diseñador de su propio ser, decida activar el conocimiento permanente de dónde se encuentra. Es así como se le presentan tres estados de su propio ser:

  • ·         Lo que he sido, fui. Y quizá que aun se piensa que se sigue siendo
  • ·         Lo que soy hoy. Que quizá se construye desde lo que fui.
  • ·         Lo que quiero ser. Es un poderoso estado que nos mueve hacia la acción y el propósito de vida. Tener un incentivo de ser distinto nos hace progresar y en función de nuestros cambios, quizá se pudiera lograr cambios en el equipo que se lidera.

La psicología positiva plantea que los seres humanos contamos con virtudes que derivan en 24 fortalezas de carácter. Son 24 pelotas “que se ordenan como en un tubo”, quedando unas detrás de las otras de manera que sean quizá las seis primeras, por medio de las cuales actuamos y nos desenvolvemos apropiadamente. Ya dijimos que no son inmutables. Tanto no, que pudiera decir que haciendo las cosas necesarias y correctas, se pudieran re organizar en función del ser que queremos ser en el futuro. Se trata de visualizar al yo que quiero ser, haciendo lo que quiero ser y diseñar estrategias que nos re ubiquen, o desarrollemos aquellas que consideremos necesarias para los logros. Es así, que en la escogencia de lo que queremos desarrollar, decidamos estudiar, aprender, estructurar, escuchar, enseñar, etc. Se abre un mundo de posibilidades que además de divertidas, pueden llegar a ser motivadoras e inspiradoras para seguir adelante. Como dijimos, se trata entonces, de acciones deliberadas y constantes.

Ahora, un gerente-líder, pudiera conocer las fortalezas de su propio equipo y actuar en consecuencia. No se trata de “pedir peras, al olmo”, sino de peras a las peras. A menos que queramos que el olmo dé peras, que ya vimos que se puede. En todo caso, las acciones necesarias para alcanzar las metas organizacionales, se fundan en las estrategias que están en sintonía con las fortalezas de cada quién. Esto es lo fantástico. El gerente-líder se hace cargo y diseña con cada quién, las estrategias para el logro de sus propios objetivos, que son los del equipo y al final los de si mismo.

Es por eso es que al final y en la trascendencia personal, es que el gerente líder desarrolle su propia luz, pero un tanto para facilitar el camino a otros. He escrito un cuento que trata sobre lo que somos y lo que podemos ser. Cada quien le encontrará el sentido con el tema de hoy.


CUENTO
El príncipe y el espejo
Hace mucho tiempo, un joven príncipe habría de convertirse en rey. El día de la coronación se apareció un brujo en la sala y le dijo: 
-“Vengo a cumplir un maleficio. A la muerte de tu padre, vendría a ocupar su puesto y convertiría a su hijo en un objeto, o en una cosa. Sin embargo, en un acto de benevolencia dejaré que tú escojas cual cosa quieres ser”
El Príncipe, que era conocido por su audacia y su astucia, no se imaginaba como su padre se iba a morir sin haberle contado tal secreto, por lo que pensó que era una patraña meditada y con alevosía. Debía pensar rápido pues la cara del brujo se iba arrugando, tras la corta espera.
-“Sabio mago, le dijo el príncipe, me has tomado por sorpresa, y estoy confundido, no me puedo imaginar siendo una cosa. Acudo a tu “noble inteligencia” para que me conviertas en un reloj de arena mientras pienso durante cinco minutos, y al término, deberé saber tu respuesta”
Al brujo le pareció sensata la petición del joven príncipe y lo convirtió en un reloj de arena. Así supo si era verdad el hechizo, si se podía pensar mientras fuera un reloj de arena y que se sentía siendo un objeto. Al término del tiempo, el príncipe regresó a su normalidad. En su estado normal, él sabía que ciertamente mantenía su inteligencia, su visión y podía tener poder sobre el objeto en el cual hubiere sido transformado.
-“¿Qué cosa quieres ser, al fin?”, dijo en tono severo el brujo.
–“Quiero ser tu espejo y acompañarte a todas partes.”, contestó el príncipe.
–“Acepto, contestó el hechicero. El brujo lanzó un nuevo maleficio y el príncipe se convirtió en su espejo. A todas partes que iban, lo acompañaba. Al dormir, al comer, al asearse, al hacer maleficios, en todas partes estaba su espejo.
Al poco tiempo, ya sin paz, cansado de ver tanta maldad, su propia maldad, decidió conjurar el reverso y  dijo:
“-Conviértete en príncipe”, le gritó al espejo, y de inmediato, el brujo viéndose a sí mismo en su reflejo, hubo de ver como se convertía en príncipe, y desaparecía. Solo quedó el príncipe y su reflejo.
Ese día desapareció el maleficio junto con el brujo, y el príncipe se hizo Rey. Casi siempre, acude al espejo y conversa consigo mismo, como quién conversa con un amigo verdadero, lo que lo hizo ser el mejor Rey de toda la historia.

Hoy en día, los habitantes del pueblo creen que existe un espejo mágico en el castillo y acuden de visita a verlo. Frente a él, piensan en sus más profundos deseos.

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