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lunes, agosto 29, 2022

Las luces y las sombras

 

Luces y sombras

 

Las luces y las sombras

“Somos porque hemos sido” dice una famosa frase del profesor chileno Fernando Flores, padre de la ontología del lenguaje, junto con Rafael Echeverría. La frase habla por una parte, del pasado, de lo vivido, de la experiencia; todo aquello que construye o limita. Por otra parte, nos habla del devenir, de lo que está por suceder o de lo que nos hemos propuesto a andar. En ambos casos, la vida está llena de juicios, ¡como debe ser!. El gran aporte de ambos, junto a Humberto Maturana, es que vivimos en mundos interpretativos. Las antiguas escrituras judías dicen que no vemos al mundo como es, sino como somos.

La psicología positiva de Seligman también habla de la posibilidad de alcanzar nuestra mejor versión, trabajando de manera consistente y consciente. De igual manera, lo que podamos ver o entender del proceso, será un juicio de nosotros mismos, a menos, que decidamos que la opinión de los otros sobre nosotros, tenga un peso verdadero o mayor. Así también, construimos al ser: engañándonos a nosotros mismos. Cuando te dicen que no puedes luchar contra lo que eres, ¿bajo qué conocimiento lo dicen, si nadie puede habitar en tu propio ser?. Por eso inventamos el “estar siendo”, una suerte de evidencia temporal de lo que percibimos que somos.

¿Y así son las luces y las sombras? ¿Son juicios de nosotros mismos?. Jung escribió mucho sobre esto y a los juicios maestros los llegó a llamar “los malditos”. Entregarse a las sombras, es una forma de dejar de vivir. Toda la vida es un encuentro, una lucha, o una danza, entre lo que vamos encontrando y lo que queramos que sea. Ese es el viaje; el ir y venir, sin quedarse en ninguno de los extremos. Así, cada vez nos vamos acercando al punto medio, aquel, donde realmente nos sentimos en bienestar. Y ese lugar no es luminoso, ni obscuro, simplemente, es.

En nuestras vidas encontramos numerosos ejemplos del vaivén de los juicios. Se complejiza ya que hay dos juicios; el del que hace la acción, y el del juicio de quién observa. No siempre coinciden y es por eso que para acompañar a otros desde la terapia, el coaching, el mentoría o la amistad, haya que cerrar brechas en la interpretación de ambos mundos. Escuchar es quizá, la mejor forma de hacerlo. Una forma de vivir en armonía y para aprender de nuestros propios juicios, sea colocarse en el lugar del otro u otra. Ser empático y entender el porqué de las acciones. Pero si estamos en algún extremo, como una profunda sombra o una luz que encandila, solo te deseo el bien y que tengas la fortaleza de salir de ahí, pero no te quedes, pide ayuda, una mano, un abrazo. No te quedes ahí.

Una amiga se fue del país. Regresa a  acompañar a sus padres enfermos. En su partida nuevamente, se toma fotos familiares felices que hacen con los enfermos, quienes en sus rostros dibujan más bien, el desconcierto de la proximidad de la muerte. Pero eso es mi juicio. ¿Qué tal el juicio de ella? Lo que quiero decir, es que en este trabajo interno quizá podamos dejar de sentir la necesidad de colocar nuestro propio juicio por encima del otro. Somos seres en movimiento, construyendo mundos. Algunos hemos tenido la oportunidad de vernos en el pasado construyendo mundos a otros y protegiendo los nuestros, y de repente, todo se cae. Es ahí, donde podemos construir con las piezas rotas, con mueva argamasa, con nueva forma de hacerlo. Quizá la vida sea eso, armar, para volver a armar cuando caiga.

Para los cristianos y en mi caso, me sirve asociar la salud y la religión. Resulta que cada tres años debo hacerme un examen de colon para evitar que una luz se convierta en sombra. Por la pandemia tenía el doble del tiempo de retraso. Y lo decidí y lo hice, e hicieron lo que tenían que hacer. Dejar de ir al médico es como dejar de confesarse en la iglesia. Conoces tus pecados pero no te pones al día, sino que postergas; y sigues acumulando y en la medida que acumulas les das vida a tus propios juicios, (a veces malditos). Convivimos con las sombras cuando es muy fácil tomar la decisión. Hoy, solo me falta confesarme.

Alberto

jueves, julio 29, 2021

Canal en YOUTUBE de Alberto Lindner

 Buenas,

Si desean me pueden seguir en mi canal personal de YouTube donde he colocado las últimas conversaciones que he tenido en cuanto a la sinergia entre la Psicología Positiva y el Coaching Ontológico.

Los espero




miércoles, abril 07, 2021

Día Internacional del Coach

 

Suele suceder, en la búsqueda del sentido de vida, que encontremos algunos lugares comunes; sitios o acciones, que se han presentado de manera recurrente en nuestra historia. A veces, de forma no consciente y más adelante, ya, de forma deliberada. 

La vida es un enigma; a veces se aparece como un rompecabezas, donde cada pieza va encajando. Puede ser, que lo que descubramos siempre haya vivido en nosotros. Entonces la famosa frase de muchos autores, entre ellos Jung, que regresamos a casa, tenga mucho sentido. En ese camino, hacemos cosas, aprendizajes y transformaciones, que nos refuerzan y nos preparan.
En ese camino, mi camino, llegaron los estudios en tecnología educativa, RRHH, de la psicología positiva, para llegar por último, junto a la fotografía, al coaching ontológico. Con el tiempo, al coaching y la PP+ las vi como un maridaje fantástico, donde ese descubrimiento personal, es posible y que además, podemos ayudar a otros en transitar sus propios caminos.

En mi propio camino transformacional, en el proceso de juntar las piezas del rompecabezas, me di cuenta de que no solo cuentan los conocimientos del coaching, sino que hay elementos hechos desde antes, que comienzan a revelarse como necesarios en el sistema. Las personas, en su búsqueda personal,, vamos tras nuestra propia completitud. ¿Se logra? o ¿estamos condenados a vivir siempre incompletos?
Del coaching sabemos, que el camino es tan importante como alcanzar la meta. Se trata de crecer en el camino, estar presentes, volvernos compasivos y empáticos, sencillos, humildes, confiables, competentes, entre muchas características. 

En fin, ha sido un camino maravilloso donde me siento pleno. Las piezas encontradas en mi vida me muestran el sentido, la dirección y el tamaño de los retos. La meta solo es un punto para una nueva partida. Por último, honro a todos los magos y magas que me han acompañado.

Atesorarlos, me honra. 

Feliz día del coach

miércoles, marzo 31, 2021

16 años de Facilitymanager


Son 16 años, mucho tiempo. Mas para una página blog de gerencia, RRHH y crecimiento personal. He andado los últimos años en una búsqueda. Voy a regresar a escribir con nueva mirada.

Sean bienvenidos a mi casa,

Alberto

 


 

No esperes a tener sed...

 No esperes a tener sed, para tomar agua es un consejo que muchos médicos recomiendan. Sobre todo, que a los de la tercera edad se nos olvida o no le damos importancia. Son 8 vasos de agua al día al menos, para que el agua tenga un efecto saludable y de protección al organismo. A veces pasa que la gente grande se le olvida, y se deshidrata.

Sin embargo esta sencilla y poderosa frase o consejo, va más allá de lo obvio. Si lo haces propio, es posible que le encuentres utilidad en otros aspectos de la vida. Si la usamos como metáfora nos da otra información. Por ejemplo, no esperemos a perder a alguien para decirle lo que sentimos por ellos; lo podemos hacer a tiempo. También, postergamos decisiones en el ámbito laboral que se toman cuando el cuerpo se queja.  Y así, cuando llega la sed, podría ser que ya la requerimos por necesidad. 

Y así, no esperes que te ardan los ojos para pestañear, no esperes a que te suba el azúcar para reducirla, no esperes la llegada del virus, para usar mascarilla. Vivimos en un ser que se comparte en tres piezas; la emoción, el actuar con el lenguaje y el cuerpo.

El cuerpo habla generalmente, habla mucho. Los dolores de espalda por ejemplo, tienen un histórico inmenso de eventos desatendidos. El dolor ya es como la sed.

La vida es un regalo. Vivámosla. Un día a la vez, tomando agua, al menos 8 vasos diarios...

miércoles, abril 22, 2020

15 años sin parar del blog FacilityManager


“El tiempo el implacable, el qué pasó”

Por los años de 1974, me estaba graduando de bachiller. Veníamos de unos años desgarrados y violentos, producto en parte del mayo Francés del 68 que a Venezuela llegó por los 70. En esos tiempos solíamos escuchar a la nueva trova Cubana, cantando letras que hoy en día, sabemos que no entendimos mucho. Sin embargo, Pablo Milanés, le puso música a los versos de José Martí. 
De ellos, “el tiempo el implacable, el que pasó” ha quedado por años en nuestra memoria:

El tiempo, el implacable, el que pasó,
siempre una huella triste nos dejó,
qué violento cimiento se forjó
llevaremos sus marcas imborrables.

El poeta nombra al tiempo de implacable, que tiene que ver con la rigurosidad con la que algo se hace; en este caso con lo que pasa y deja. Más adelante en la canción dice:

Cada paso anterior deja una huella
que lejos de borrarse se incorpora
a tu saco tan lleno de recuerdos
que cuando menos se imagina afloran.

Los recuerdos son sin dudas los hijos de las vivencias, aquello que nos va quedando luego de caminar. Bien cierto dice que cada uno de ellos se va acumulando a un gran saco y desde allí somos lo que la suma de ellas vaya produciendo. El saco lleno de recuerdos y de huellas es lo que somos y como dice el poeta, “cuando menos se imagina, afloran”.

La vida es una maravillosa suma de partes que luego de vividas podemos entenderlas como un sistema, que es mucho más que todas ellas puestas unas al lado de las otras. El saco es el sistema, luego de tanto vivir, lo que hacemos se incorpora y mueven unas con otras y podemos entonces, en un sobresalto, poner mano a alguna de ellas que aflore para salir fortalecido. 

¿Será que la Resiliencia tiene que ver con la experiencia?.

No comparto con el poeta que todo lo vivido nos deja huellas tristes; al fin y al cabo son huellas y para más señas, son las nuestras. De lo triste y lo alegre se aprende por igual y esas emociones nos constituyen como las personas que reconocemos que somos, en nosotros mismos.

En el ejercicio de este ensayo escribí en una hoja de papel la profesión que tengo y quizá la profesión derivada. En el otro lado de la hoja puse como título: “Mis Oficios” y fue entonces cuando me di cuenta del tamaño del saco que tengo y comenzando a aflorar aquellas “marcas imborrables” que dejan las huellas con un paso firme al andar.
Tengo 20 0ficios.

Y cada oficio en cada momento, y no siendo el mejor, sino el mejor para mí en la colección de vidas vividas que me han conectado con lo posible, con la compasión, con la escucha activa y acompañar a los que menos pueden andar. Ayer escuchaba que cuando uno hace algo por alguien, lo puede hacer desde la obligación o lo puede hacer desde el amor. Yo escogí la segunda. Lo que pasa es que es una fina línea que los separa y a veces, ni uno mismo es capaz de encontrar la diferencia; pero muy profundo, al lado del corazón se encuentra los propósitos.  Alguien siempre te podrá decir lo que ve, y uno en su “darse cuenta” validará o no la opinión del otro. Lo que importa es lo que uno llega a ver y validar de su propio camino. (Los oficios sin duda, constituyen un Diario de Vida)

A los 12 años descubrí que era titiritero, yo mismo los construía. Los hacía de cartón o de tela, de material reciclado o comprado. La fama de un niño entreteniendo a niños, llegó a los colegios y se peleaban para que fuera a hacer el teatro. Tenía una maleta mágica como la de Félix el gato, (mi ex Alter ego), donde había de todo. Mi hermana y mi sobrina hicieron sus pasantías y trabajos especiales con mis teatros de títeres. A los 18 descubrí la música por un piano viejo que llegó por accidente a la casa en una mudanza de un familiar. A los 23 era organista. Luego cuatrista. Tiempo después el arco y la flecha. En la vida profesional aprendí los oficios de herrero y albañil, pero nunca lo ejercí, como casi todos los oficios.
Y así en el tiempo, ceramista, pintor, repostero, bloguero, perito avaluador, profesor universitario, constructor, locutor, repostero, comediante, payaso y ahora fotógrafo.

Quizá tendría más riqueza material si hubiera seguido la ruta de la hiper especialización pero no sé si tan feliz, como siendo un poco de lo que me ha dado la vida a través del tiempo. Es por eso, que uno sigue los pasos del ser que se va siendo, como decía Arturo Uslar Pietri, y en ese andar es que uno puede darse cuenta de lo que puede llegar a ser con solo desearlo, (y hacerse cargo); esa es la magia del devenir, la magia de un mundo de emociones y experiencias diversas que te conducen a percibirte como un ser pleno. Como dijo la Piaf, “no me arrepiento de nada”.

Nota: Como dice el coach @fernando.saenz.ford que cada quién en su búsqueda, excave ocho pozos de un metro. Cuando el buscador se encuentra a si mismo,  piensa que es mejor excavar un solo hueco de ocho metros y se convierte en practicante. Ser practicante nos acerca al ser. Yo creo que cada quién encontrará, según su camino, su momento.
Este blog cumple 15 años. Ya no escribo como antes, quizá en la adaptación de nuevas formas de comunicarse, más inmediatas. Tengo perfines en Instagram, Facebook, Twitter. Hace años los blogueros discutíamos si era el fin de todo. Acá estoy, 15 años después de que me preguntara “¿y qué es un blog?”

Además decidí celebrarlo en el día del libro, que además es el día de Saint Yordi, quién, al matar al dragón para salvar a la princesa, vió brotar rosas rojas  en vez de sangre.

Estamos en cuarentena, el mundo entero vive una pandemia ocasionada por un virus llamado Covid-19. Todo el mundo se está cuidando, quizá encerrado en sus casas y en algunos casos, llorando a sus muertos. Me despido como dice otro coach llamado Alejandro Pérez Bolaños, @apbinspiring, que algunos “somos peregrinos”. Algunos peregrinos, somos buscadores; algunos buscadores nos convertimos en practicantes en la búsqueda del ser. Alejandro dice, “buen camino…”

jueves, febrero 20, 2020

Emoalfabetización


Emoalfabetización

Alfabetizar
verbo transitivo
1. Enseñar a una persona, en especial un adulto, a leer y escribir una lengua, normalmente la suya propia.
2. Ordenar cosas (documentos, libros, fichas, etc.) siguiendo el orden de las letras en el alfabeto.
Emociones
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante. Wikipedia

La “emoalfabetización” es una reflexión que viene tras analizar la cantidad de emociones que enfrenta una persona en vida cotidiana. La película “Inside Out” de Pixar nos mostró de forma magistral, las cinco emociones básicas que son, la alegría, la tristeza, el desagrado, la rabia y el miedo. Las emociones básicas derivan en una gran cantidad de emociones asociadas que en algunos autores han llegado a describir a mas de 300. Con tal cantidad de emociones, ¿será verdad que podemos reconocer a todas ellas, se requiere un proceso de comprensión o simplemente poder establecer distinciones entre ellas?

En el caso de que no podamos distinguirlas, ¿no deberíamos hacernos cargo de adquirir  información sobre el abanico emocional?

Pues si es si, quizá queramos  establecernos un proceso de alfabetización emocional (Emoalfabetización). Se trata de re-conocer las emociones propias que sentimos y de más aun, poder reconocer en otros, las mismas u otras emociones para que se pueda establecer una conversación sin que medie la disparidad de conceptos o interpretaciones. (Vivimos en mundos interpretativos)

Pablo Fernández de la Universidad de Málaga plantea en un estudio titulado “La Inteligencia Emocional y la educación de las emociones desde el Modelo de Mayer y Salovey”, que el gran reto de las instituciones educativas sea formar de igual manera, en el área académica y en el área emocional. Lo plantea desde un trabajo de investigación de Mayer y Salovey. Fernández, además distingue, basado en Mayer (1995), cuatro habilidades básicas a desarrollar en la educación tradicional y que son:

·         “la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, (reconocer en si y en otros tal o cual emoción)
·         la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; (Las emociones son reacciones con lo externo, mientras que los sentimientos se forma a través de hacernos cargo de las emociones)
·         la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional, (esto es vital l hacernos preguntas acerca de lo que sentimos), y
·         la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual” (MAYER & SALOVEY, 1997) (Un poco de inteligencia emocional)

Estas habilidades aplican no solo en el ámbito educativo sino que debería ser parte de una “escuela de padres”, donde padre e hijos aprenden a utilizar y comprender del mismo modo, todo el “universo emocional”, y en todos los matices que tiene el ser humano. Las habilidades, por definición, son parte de las competencias que junto a los valores y las actitudes,  desarrollamos para el trabajo, el estudio y la vida. Delors en el año 1996, en Francia y para la Unesco, desarrolló un estudio llamado, “La educación encierra un tesoro” y planteaba que las competencias para la vida eran cuatro, aprender a ser, (Dominio y maestría personal junto a la gestión emocional), aprender a conocer,(lo intelectual).  aprender a hacer, (las habilidades para lograr cosas en la acción) y aprender a convivir, (nada más y nada menos que encontrar además, el sentido de vida que generalmente tiene que ver con otros). El desarrollo del conocimiento en inteligencia emocional ha permitido distinguir que esta sea por las características del cerebro humano, en una profunda relación entre lo interpersonal y lo intrapersonal. Desde allí y en el conocimiento de que “podemos hacernos cargo de los que sentimos” es que plantea la necesidad de generar una educación fundada en valores, por una parte, y en un conocimiento y gestión de las emociones, por la otra.

Rafael Bisquerra, (2011), plantea que el contenido emocional sea visto como una galaxia, donde sus partes constitutivas sean las cinco emociones primarias. De ellas y con todos sus matices se derivan 307 emociones distintas. Las clasifica de acuerdo a la percepción de lo que nos produce y las denota como la “bipolaridad emocional” de lo negativo y lo positivo, haciendo la salvedad, de aquellas que son neutras y que pueden ser duales, mencionando a la sorpresa que puede ser desencadenante de algo positivo o algo negativo, según sea el caso. Explica que las emociones en valor no son ni positivas ni negativas, sino que todas son necesarias; se catalogan según nos produce: placenteras o displacenteras o negativas y positivas).

Aclara Bisquerra, que “hay que dejar claro que todas las emociones son buenas. El problema está en lo que hacemos con las emociones. Cómo las gestionamos determina los efectos que van a tener sobre nuestro bienestar y el de los demás.”

La enseñanza de las distinciones emocionales como parte de una posterior gestión, pudiera empezar como indica Bisquerra, por los mapas de las galaxias: (Algunas de ellas)

·         Miedo, (Con temor, horror, pánico, terror, pavor, desasosiego, susto, fobia, etc. )
·         Ira, (Con rabia, cólera, rencor, odio, furia, indignación, resentimiento, aversión, exasperación, tensión, excitación, agitación, acritud, animadversión, animosidad, irritabilidad, hostilidad, violencia, enojo, celos, envidia, impotencia, desprecio, acritud, animosidad, antipatía, resentimiento, rechazo, recelo, etc.)
·         Tristeza, (Con depresión, frustración, decepción, aflicción, pena, dolor, pesar, desconsuelo, pesimismo, melancolía, autocompasión, soledad, desaliento, desgana, morriña, abatimiento, disgusto, preocupación.)
·         Asco, (Con aversión, repugnancia, rechazo, desprecio.)
·         Alegría, (Con entusiasmo, euforia, excitación, contento, deleite, diversión, placer, estremecimiento, gratificación, satisfacción, capricho, éxtasis, alivio, regocijo, humor. Agregando al amor y a la felicidad como emociones)

Navegar en un universo emocional de varias galaxias y con más de trescientas emociones haría la diferencia, que navegar en el vacío oscuro, que representa la sorpresa de lo desconocido.  Promovamos la alfabetización emocional, ya sino en las escuelas, como plantea la Universidad de Málaga, pero si en nuestros hogares y trabajos.

Referencias estudiadas:

·         Fernández Berrocal, Pablo (2015). La Inteligencia Emocional y la educación de las emociones desde el Modelo de Mayer y Salovey. España: Universidad de Málaga
·         Bisquerra, Rafael (S/F). Viajar al universo de las emociones. Ponencia. Disponible en: www.universodeemociones.com/
·         Bisquerra, R. (Coord.). (2011). Educación emocional. Propuestas para educadores y familias. Bilbao: Desclée de Brower.

sábado, octubre 26, 2019

La vida es un ratico...


Tengo un amigo digital en Barcelona, España. El siempre nos comparte que una gran ciudad debe cumplir con tres requisitos: un servicio de taxi excelente, un buen Café y un vampiro. En Caracas no hay manera de tener un buen servicio de taxis.  Sin embargo Barcelona tiene suficientes fuentes de interés para caminar, visitar y conocer. Seguro que uno le pregunta a un catalán que cosas uno puede hacer en la ciudad para llenar un día,  y podrá, inmediatamente, hacer su mejor lista, quizá dependiendo de sus gustos, roles o intereses; por lo que pudieran orientarse a la gastronomía, al ejercicio o a la arquitectura.

Esa misma pregunta me la hice hace poco con la ciudad de Caracas. Resulta que tengo un amigo-coach en Argentina que va y viene como quién vive acá, pero no. Dejó de ser digital pues asistí a un taller suyo. Desde el deseo legítimo de querer ser su amigo, le ofrecí mostrarle a Caracas desde la mirada de un arquitecto. Desde el (mi) ego, uno se pregunta, ¿Quién mejor que un arquitecto para mostrar una ciudad y más si se nace en ella?. Pues hice la oferta. –“¿Quieres conocer Caracas bajo la mirada de un arquitecto?”.  Claro, las ofertas son solo ofertas si a quién le ofreces, no manifiesta el deseo de aceptar, ¿no?.

Las ofertas solas al igual que las peticiones, no conducen a nada si alguien no declara que acepta. Entonces se constituyen en una promesa, donde el que ofrece le cumple al que acepta. Así hice mi oferta tres veces, (“que ladilla de insistente, yo”, como dicen acá), y todas sin la aceptación correspondiente.  -“Es que está muy ocupado”- pensaría uno como para justificarlo. El hecho es, que a la tercera vez pensé,  -¿y si acepta?, ¿qué Caracas le voy a mostrar?. -¿Desde el arquitecto?. Allí fue donde hice la primera lista, pero fue a parar al pote de basura, siguiendo una segunda y una tercera vez. Entonces opté por preguntarle a mis pares, un grupo de egresados viejitos como yo, y todos arquitectos. Les hice una pregunta: ¿A qué lugares llevarían a un amigo argentino que no conoce Caracas, y que no incluya al Cerro Ávila, a Galipán, y tampoco  a la playa; que no supere los 12 sitios y que se puedan visitar en un día?. Sus listas, las enviadas,  tuvieron cierto parecido con las mías, aunque incluían al Ávila, a Galipán y a la playa,  yendo a parar  al  mismo pote. (Igual les agradezco su tiempo en hacer las sugerencias. Quizá debí también preguntar a poetas y locos, que de eso, todos tenemos un poco…)

Volví a formularme la pregunta, esta vez bastante cambiada:

 -“Desde dónde yo pudiera enseñarle Caracas a un (amigo) extranjero, con poco tiempo, vegano, naturista, coach, y que practica la humanidad?”

Esta vez la pregunta no estuvo planteada desde mi ego sino desde al que pudiera interesarle ver otra cara amable de una Caracas que no conoce, (pero no desde lo que yo pienso que él debería ver, sino un poco poniéndome en su lugar y construir desde allí). Desde el arquitecto, hubiera pensado que debería ver edificios y mayormente aquellos construidos por mí, con mi colaboración, o coordinación. Al final, las listas estaban llenas de “yoes” (Aceptado por el RAE). Ahora, los lugares los buscaría  desde el otro o quizá desde donde dos intereses se encuentran. Esa sola decisión abre un mundo de opciones y oportunidades que no solo indica edificios, sino vistas, olores, sabores, percepciones, conversaciones  o solo contemplaciones, incluyendo a otras personas, otros tiempos y otros lugares.

Lo primero que hice fue un mapa. Muy básico; un esquema de Caracas con sus 5 municipios. La visita con 12 estaciones debería incluir a lugares que él quizá conocería si viviera acá. (A lo mejor la conoce mejor que yo). Caracas es una ciudad mágica de tan solo 15 a 20 kilómetros de largo por 5 de ancho. Su nombre es Santa Mariana de Santiago de León de Caracas. En su escudo, se observa a un león que abraza una concha marina, el símbolo de Santiago, el discípulo de Jesús. Señalar las cosas por su nombre nos va dando pistas, así como los límites que representa  la ubicación imponente del cerro Ávila que nos separa del mar Caribe. Hace algunos años éramos 5 millones de habitantes, hoy, no llegamos a 3.
¿Qué es lo primero que hacen los propios cuando llega un extranjero? Pues lo llevan a comer chicharrón de cochino al Junquito, sándwiches de pernil a Galipán o a beber “caña” (alcohol), en Las Mercedes. (Los más osados incluyen visitas a otro tipo de templos más paganos).  Igual, siempre pensamos lo que al otro le “debería gustar” según lo que somos y nuestras creencias. La lista final es como lo ven en el dibujo coloreado, justo no, en lo que hubiera dibujado un arquitecto, sino desde quien pretende escuchar al otro y si conecta con su niño interno que va a jugar.

A las palabras de mi amigo Manel, además del vampiro, agregaría que para conocer un sitio hay que visitar un mercado, una universidad y una plaza. Así, los incluí en el viaje

El Plan:
Desayunar una empanada de queso criollo con un café grande en Los Palos Grandes.
Dejar el carro en el Parque del Este,  e ir al centro en Metro

Municipio Libertador
1.       Casa Natal de Simón, la plaza Bolívar. Interpretar el espacio en el Museo Sacro. Conectarse con la espiritualidad
2.       Paseo Linares y el museo de la familia Mendoza. Hablar con los viejitos de la Plaza Bolívar. La escucha y la sabiduría popular
3.       Por supuesto subir las escalinatas de El Calvario, hasta la iglesia. El mundo de lo posible, de lo particular de Caracas
4.       Al regreso, entramos al Planetario Humboldt  en el Parque del Este el más antiguo del continente sur. Se trata de ver un ciclo de vida de Caracas desde el atardecer hasta el amanecer del día siguiente, en la bóveda del edificio.
5.       La Universidad Central de Venezuela, pasear por la plaza techada. La metáfora del tiempo-espacio y de “la casa que vence las sombras”. Entrar al aula Magna a ver los móviles de Calder. Los elementos, aire, fuego, agua, tierra y éter

Municipio Chacao
6.       Uriji Jami. (Nombre en pemón que le dan a la selva. Significa espacio abierto). Es un startup digital, (como Instagram, pero venezolano), con un campus en el Country club. Tomar café en el campus y conversar con su promotor Jean Clauteaux. Almuerzo en Uriji campus una ensaladita mixta y un mojito de hierba buena con limón. Con él, hablaríamos del agradecimiento cuántico y de cómo poner el futuro a favor, y hacer que ocurra
7.       Visita al mercado de Chacao. Conversación con las floristas. Espacio entrañable de olores y colores. Idiosincrasia de lo posible

Municipio Baruta
8.       Tomar el postre en “Cacao artesanal” en La Hacienda La Trinidad. El Cacao es Venezolano. El olor del cacao, a veces pienso que nos conecta con las raíces americanas y hacen al continente, uno solo, un solo bloque, desde la Patagonia hasta Alaska.

Municipio Sucre
9.       Visita al casco histórico de Petare. Revivir el “Vía Crucis”. Lo que permanece, lo que se cuida y cuenta historias

Municipio El Hatillo
10.   Vista del Cerro El Ávila desde Cerro Verde, al lado opuesto, desde la casa de mi hermana. Colores del Ávila, historias. Conversación con Huberto Caballero autor de “El Ávila en su asombro”. Colores del atardecer. Los azules de Caracas, una paleta mágica
11.   Visita al pueblo del Hatillo. Visita al pueblo de El Calvario. Cena temprana en la Plaza de El Hatillo. Conectarse con la grandeza de lo pequeño. El silencio, la paz
12.   Regreso

Ahora la lista es distinta, no son edificios, aceras o plazas. Se trata de gente, de símbolos, de cultura, idiosincrasia, y afectos, aquellos de los cuales los caraqueños somos ricos. Me encantó hacer la lista, me gustó hacer el plan y recorrer nuevamente cada lugar e imaginarme los personajes que invitaría o visitaríamos a cada parada. Todos son posibles. Escucharíamos historias, cuentos y los motivos de ser feliz, aun cuando se viva en la adversidad, porque los venezolanos sabemos de resiliencia. Se trata de olor a café recién colado y del cacao puro antes de volverse una torta. Se trata de los colores cambiantes del cerro y de cómo Villanueva (el arquitecto de la UCV), manejó la luz y la sombra para lograr espacios cálidos y amables. Se trata de las costumbres propias que conviven todos los años en la sangre del Cristo de Petare o en las escalinatas de su calvario. Se trata de la herencia y del orgullo de ser de acá y desde donde uno es capaz de poder escuchar al otro, desde donde  es, bajo el respeto y la aceptación.

Gracias amigo, por permitirme, (aunque no lo sepas),  realizar este reto expansivo y positivo, que me ha llenado de orgullo, añoranza y un sentimiento entrañable que nace de pertenecer a algo, alguien o a algún lugar. Yo amo a Caracas.

¿Qué siente un actor que tras meses de ensayo de una obra teatral,  llega el día del estreno; qué piensa un promotor cuando ve un sueño avanzar solo; qué siente un humanista cuando ve que su movimiento pasa de 20.000 seguidores a 95.000 en un año; qué siente un escritor que tras escribir y escribir, un día tiene su libro en sus manos; qué existía antes de  escribir este ensayo?  Me parece que se trata de poner el futuro a favor. “Cuando uno lo visualiza, ya existe”, dijo Jean. Esta visita-tour ya existe en alguna parte del futuro, y no va a dejar de existir. Solo espera por el momento oportuno, para volverse realidad… una mágica realidad.

La vida es un ratico, amigo. Ojala ahora, con la concordia del universo y tras la declaración de posibilidades,  pueda muy pronto, mostrarte una ciudad, que en mi mirada, te gustaría observar, sentir y conocer.

Alberto