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sábado, enero 06, 2018

Mucho ruido, pocas nueces

Esta frase es el título de una obra de William Shakespeare  (Much ado about Nothing, en la versión original), estrenada como obra antes del año 1.600 y antes de que fuera publicada la primera edición impresa. El título de la obra ha sido usado en español como para describir cuando alguien hace un gran alboroto por algo en particular, que al final no termina obteniendo resultado alguno.

Los políticos en campaña electoral suelen parecerse  a esta paradoja, que aunque hace bulla no lleva alimento. La nuez es un fruto seco de cáscara muy dura, que su interior lleva una nuez. Que hagan mucho ruido y que no tengan semillas, equivale a prometer hacer, y luego no hacer nada. En la política siempre existe una intencionalidad de obtener favores a través de las promesas. Las promesas incumplidas generarán seguramente, las quejas.

La paradoja de las promesas incumplidas puede ocurrir por engaño o por incapacidad. En el ámbito político pudieran ocurrir ambas, ya que en la necesidad de obtener favores, se ofrezca algo que no sabe si se podrá cumplir. En las relaciones de pareja también puede ocurrir por ambos motivos. Es común que en la fase del cortejo inicial, quién corteja, haga uso, del total de sus habilidades y fortalezas, pero que a la larga se convierten en el proceso mismo y no en la obtención de resultados. También puede pasar, que un individuo con un alto ego, tenga las fortalezas parea seducir y enamorar pero que a la hora de la verdad, no tenga las competencias para pasar de la seducción, a la relación permanente.Este tipo de personas tienen un alto número de quejas.

En las empresas podemos encontrar este fenómeno. Los gerentes, en sus presentaciones anuales ante la Junta Directiva y en la explicación del Plan Anual, pueden llenar las láminas de procesos, proyectos y eventos. En la práctica, debería tener la capacidad de desarrollar los proyectos, con los recursos que tiene, en los costos estimados y en los tiempos de ejecución. Cuando en años sucesivos, uno llega a escuchar a los mismos gerentes en la presentación de planes complejos y muy detallados, es normal, que en alguna parte de la presentación uno llegue a pensar: “Mucho ruido y pocas nueces”.

Es por eso que el seguimiento y control sea tan importante en el desarrollo de planes organizacionales y empresariales. Los procesos según la Gerencia de proyectos, del PMI, (Project Management Institute), son solo cinco. Los de inicio, los de cierre, los de planificación, los de ejecución y los de seguimiento y control, por último. De nada vale estructurar los planes y proyectos a ejecutar, si no vienen con cronogramas de ejecución y de los procesos, que se usarán para que no se desvíen de las metas establecidas. Los proyectos de los planes gerenciales son en realidad promesas que los gerentes le plantean a las empresas. Se estructuran en base a metas rectoras, y fundades en los valores con que se cuentan.

Las promesas derivan de las ofertas que hace el gerente en la presentación de sus planes. La adecuación de las ofertas a las necesidades de la empresa, es lo que en la presentación y aprobación de la Junta Directiva, se lleguen a constituir en promesas. Las promesas son actos lingüísticos en donde alguien se compromete a cumplir, a otro que lo requiere. Su incumplimiento luego de haber sido aprobado, vendrá a devenir, ya no en quejas, sino en reclamos. Es por eso que no importa en que nivel de la organización se encuentre los planes y sus promesas, sino que lo importante es que conlleve los niveles de compromiso, las fechas de ejecución y los niveles supervisorios. Los planes y su diseño, deben ser impecables en su definición y en su ejecución. Impecables también en el control de las variables referentes a los que vamos a entregar: lo que es, lo que cuesta, y lo que dura.
Termino acá, no vaya a ser que de tanto explicar se convierta esta explicación, en mucho ruido y pocas nueces.


Alberto

Fuente de la imagen: commons.wikimedia.org

viernes, marzo 03, 2017

El poder de la palabra como garantía

“Te doy mi palabra”, fue en mi país y durante mucho tiempo, una frase sinónima de garantía de que quien ofrecía algo, lo iba a cumplir, sin lugar a dudas. “Empeñar la palabra” también se decía, pues empeñar no es más sino poner en garantía su palabra, que tiene que ver con la reputación de quién la apuesta. Pues la reputación es seguramente, en la era de la información y la comunicación, unos de los principales activos que tenemos para llegar a ser un influenciador en las redes sociales, por ejemplo. Mucho más si se es consultor, mediador, o comunicador.

Así es también, en el ámbito organizacional, donde el gerente debe tener un nivel de confianza con su equipo de trabajo para lograr que lo sigan de manera voluntaria. Un gerente líder no puede dejar de cumplir, mucho más si empeña su palabra. Hay muchos gerentes que usan las promesas para salir del paso, en una situación comprometedora, en un quiebre o en una explicación de un hecho particular ante la junta directiva. Más una vez comprometida su palabra, debería cumplirla. Por tal motivo y aunque parezca obvio, el gerente líder debe tener buena memoria en principio, debe saber en qué se está comprometiendo, debe colocarle una fecha a su cumplimiento, y por último debe solicitar opinión a la persona que fue receptora de la promesa cumplida. Un poco para verificar.

Es interesante que cada dia mas, los gerentes se acostumbren a “salir del paso” prometiendo algo que saben que no van a cumplir y en el entendido que la persona a quien se lo promete, debe estar consciente, y que no va a reclamar por eso. Puede ser que el incumplimiento llegue a pasar, pero sin dudas, con un alto precio: la pérdida de la palabra empeñada, la pérdida de su validez y su credibilidad. En la formación de equipos de alto desempeño donde existe el liderazgo compartido, se hace necesario que todos convivan con la creación y cumplimiento de las promesas, pues que alguien no lo haga, significa que el sistema todo se va a ver afectado y los objetivos grupales no van a ser cumplidos. El sistema se encarga entonces, de hacer que se valoren las palabras empeñadas, las promesas, y las ofertas.

Ser una oferta en el mundo moderno, es sinónimo de seguridad,confianza y certeza. No solo por ser una oferta de una persona intachable, sino porque los sistemas reconocen de tal o cual personas, que  son o serán fieles a ciumplir lo que su palabra empeña. Así, las ofertas se reconocen, aplaude, siguen, solicitan y desean. Un gerente líder por otra parte, al no cumplir, ni ser intachable o impecable (sin pecas), se expone a que no lo sigan, o que hagan su trabajo sin interés o sencillamente que le dejen de hacer el caso que su trabajo necesita. También, el mismo sistema se encarga de ponerlo en evidencia, aunque cuando el liderazgo es individual, a diferencia del grupal, se puede siempre tener la opción de echarle la culpa a algún subordinado y salir ileso. Pero eso, no dura para siempre.

Hoy en día se ha perdido el poder que tiene la palabra empeñada como parte de una oferta que se convierte en promesa. (Recordemos que una oferta y una declaración de aceptación, constituye en sí misma, una promesa). La gente pide otras garantías materiales, se involucran abogados, testigos y otros elementos. No se cree como sucedía antes; ya en muchos casos las personas se orientan más a obtener resultados, que a cuidar las formas en que se logran. La palabra es uno de esos elementos que antes, no se ponían en duda, pues se era muy celoso de mantener la reputación profesional.  En plena revolución de la información y el conocimiento, donde todos los días cambian las empresas y sus productos, quizá haya pasado este interés a otro plano.  Dar la mano en señal de aceptación era un contrato, o al menos se constituía como dicen los abogados, en un convenio entre las partes; en mi pais se dice que tiene fuerza de ley cuando ambos acuerdan algo, uno en dar y el otro en recibir.

Las transacciones laborales funcionan así también. Es una danza entre lo que se pide y lo que se ofrece. No solamente entre los supervisores y supervisados, sino entre todos los trabajadores de una empresa. Ahora, en la nueva mirada de cómo funcionan las empresas, sabemos que se modelan por procesos transversales. Cadena de valor, como es llamada por algunos. Trabaja como un sistema donde casi se pudiera dibujar en base a lo que las partes requieren y lo que las partes ofrecen entregar. Es un sistema de confianza donde todos deben cumplir con su parte para que otros puedan continuar con la cadena de generación de valor y poder transformar la materia prima en productos terminados,  información en conocimiento, o en peticiones u ofertas a promesas y desde allì a cumplimientos y logros.

Ser consecuente con lo que se oferta, solicita y por ende promete, es un valor personal que debemos fortalecer en las empresas. Se debe trabajar y hacer seguimiento para que las personas generen el hábito de cumplir, de mantener su palabra e integridad profesional en el cumplimiento. En un mundo de grises, ser impecable, distingue. Las personas consecuentes con sus promesas, construyen empresas así mismo, impecables. Y así, en los sistemas sociales, las comunidades y países. Es por eso, que desde las organizaciones, podemos contribuir  a generar mejores sociedades, con personas comprometidas y donde la expresión corporal de apretarse las manos, sea sinónimo de cumplimiento.

Alberto

Fuente imagen: abc.es

lunes, enero 02, 2017

De maleteros, áticos y ventas de garaje

Vivimos en una sociedad materialista. No es nada nuevo esta afirmación; solo es importante si uno la dice porque se da cuenta de algo. Empezamos a acumular desde temprano; algunos desde las colecciones, y otros con el deseo imperioso de poseer algo. La verdad es que nos vamos llenando de cosas, de cuadros, de libros, de muebles; tanto, que hasta que cuando tenemos de mas, debemos tratar de guardar lo que se desborda, haciéndose  necesario tener un maletero, o para los que viven al norte de América, un ático.

Nosotros no tenemos áticos en mi país, pero algunos tenemos maleteros, closets o cuartos auxiliares. Todo al final, sirve para guardar. Puede pasar que pase una generación entera, y que por lo lleno del espacio, no lleguemos a saber que tenemos guardado. No botamos nada y seguimos adquiriendo. En el afán de poseer y tener, llenamos todos los espacios y luego nos olvidamos de ellos, y así, seguimos guardando cosas que con el tiempo iremos olvidando. ¿Si pasan muchos años, es posible que nada de lo guardado nos haga falta? Es posible que no, por lo que pudiéramos prescindir de todo.

Hemos visto cantidad de películas donde al desaparecer (morir), el protagonista, lleguen los hijos como a tratar de abrir puertas al pasado. Entonces abren cajas ocultas, suben a los áticos, abren maletas y todo para descubrir secretos ocultos que en vida no fueron capaces de compartir o de hacer saber. ¿Qué sería de una cantidad de obras, libros y teatros si no existieran los áticos, cajas, maletas o maleteros?. (Lo guardado esconde misterios y quizá, las sombras.)

 Pero puede pasar, que un día uno se canse de convivir con tal cantidad de cosas que no hacen falta, o peor aún; que le pertenecen a alguien que hemos dejado de ser. La paradoja es interesante: convivimos por años en ambientes creados a la medida de personas que entonces fuimos, pero que ya no somos más, y lo dejamos pasar,  porque no nos hemos dado cuenta, o porque no nos atrevemos a avanzar. Uno debe tratar de hacer el intento cada cierto tiempo, de observar lo que le es propio, lo que ama, lo esencial, lo fundamental, y así limpiar todo el resto. Por eso quizá, se inventó la “venta de garaje” o cualquiera de las páginas de ventas de cosas usadas que hay en internet. También tenemos la opción maravillosa de identificar lo que tenemos y que le puede hacer falta a otras personas, o simplemente, donarlas.

Nosotros somos así, con nuestros apegos y creencias. Vivimos llenando nuestros mundos de ideas, creencias, paradigmas y todas aquellas cosas metafísicas que nos alejan por un lado, de la responsabilidad que tenemos de crearnos a nosotros mismos, y por el otro, de no permanecer en un área de confort que nos protege y nos mantiene con cierta integración y resignación con el mundo. Para ello, hacemos como colecciones de cosas que fingen forjar la personalidad y el carácter, pero que paradójicamente nos hace más vulnerables a la pérdida de nuestros apegos. Nuestro poeta venezolanos Arturo Uslar Pietri, nos decía en unos de sus poemas que, “seguimos los pasos del hombre que vamos siendo”. Magnífica frase que nos cuenta que lo que somos pudiera ir más aprisa de lo que nos damos cuenta que realmente somos. Y eso es exactamente lo que pasa: buscamos en nuestros maleteros o áticos, las respuestas a lo que la vida nos va demandado, y vamos respondiendo en función de alguien que fuimos o dejamos de ser. Se hace necesario entonces, hacernos cargo de los pasos que nos va dejando nuestra transformación como ser humano, y tratar de seguirlos; a veces, sin darnos cuenta, pues la vida es así, un manojo de experiencias maravillosas y transformadoras del ser. 

También a veces, lo hacemos mediante acciones permanentes y deliberadas que se transforman en hábitos, en creencias, para constituir realmente lo que somos, en un momento determinado. Podemos construir mundos y tener junto con el creador, la responsabilidad compartida de crearnos, modificarnos y querernos a voluntad, como lo expondría Rafael Echeverría en su texto, “Como Dioses”.

Hoy, quiera declarar y prometer que quiero limpiar mi casa en el entendido que se convierta en metáfora y pueda desde el desapego, desprenderme para siempre de aquellas cosas, recuerdos y creencias, que de alguna manera me siguen anclando a lo que he dejado de ser, hace ya, bastante tiempo. Los invito a limpiar sus cuartos, maleteros, áticos y que saquemos nuestros secretos profundos, sombras, miedos, y dejemos los espacios vacíos, ya que el amor, la confianza, la paz, la hermandad, el desapego, la valentía, la tolerancia y otras más, no ocupan espacio pero pueden llenar nuestras vidas,  de la maravillosa experiencia de “ser”,  y darnos cuenta de ello. (En esos espacios comúnmente, guardamos resentimientos, rencores, tristezas y fracasos.)

¿Cómo practicar el desapego material?, cada quién seguro, pudiera tener sus propias reglas. Solo comparto con ustedes, algunas ideas:
  • Limpiar el closet de ropa. Seguro hay gente que necesita un poco
  • Pararse en su casa y observar. Ver cuántas cosas tienen que ver con nosotros y cuáles ya no. Aquellas que no, siempre pueden tener un mejor destino para quién lo necesite
  • No dejemos que nuestros libros pasen una generación sirviendo solo de posesiones. Se llenan de polvo, se ponen viejos. Alguien seguro, los necesita
  • Cuadros y objetos de arte. No somos museos. No condenemos a alguna obra a que solo sea vista por nosotros
La gente que se muda de país, sabe lo que esto significa. A veces, tienen que meter todo su mundo en una sola maleta y dejar atrás lo demás. ¿Qué meterías en tu única maleta? ¿Qué te llevarías y por qué?
Hacerse las preguntas correctas nos lleva a lugares precisos y deseados.


Alberto

jueves, marzo 10, 2016

¿Cómo hacer las peticiones correctas?


¿Cómo hacer las peticiones correctas?
Las empresas competentes fundan su desempeño en la confianza que se tengan sus integrantes. La confianza organizacional y personal es la que crea lazos y permiten que las ideas lleguen claras de un emisor a otro, como una danza entonada y melódica. Cuando no existe la confianza, esta se sustituye entonces con emociones que no son productivas ni que generan comunicación, como son el miedo o la rabia, o ambas.

La confianza es la creencia que tenemos de que una persona o una organización “pueda ser capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos”. La confianza se refuerza también a través de lo que hacemos y les mostramos a otros que podemos hacer. (Wikipedia, 2016). Es así, que esa creencia o seguridad de que algo puede llegar a suceder en que las personas logran el compromiso ante una petición que se les realice. En desconfianza, se activan otras emociones y llegan a paralizar a las personas. Generar la confianza adecuada, es una tarea necesaria y clave en los mandos medios y superiores, en cualquier empresa. Se trata de actitud gerencial y se puede activar en y desde los valores con que cuentan las empresas.

La confianza se construye con comunicación, con decir siempre lo que  se quiere decir y escuchar lo que otros quieran decir. No se trata de supuestos, ni de pre-juicios o juicios previos de lo que nos parezca. En algunas empresas, algunos jefes han construido liderazgos a través del temores, y con estos, la desconfianza. Al terminar este gerente de cumplir su cargo e irse, suele suceder que los que los sucedan o los que trabajaron con él, sigan ciertos paradigmas o modelos aprendidos. Algunos de ellos, ciertamente, fundados fuera de la confianza.

La confianza se construye en la escucha, en el “frente a frente”, en el cerrar brechas de comunicación. Los juicios previos de lado y lado deben ser desechados y comenzar de nuevo en una nueva relación. Para re establecer la confianza no solo debemos parecer confiables, sino actuar como personas a las cuales se les puede tener confianza. Allí que derive de ello, la impecabilidad de las acciones y las promesas. La importancia de prometer y cumplir. De lo cumplido a satisfacción en el tiempo ofrecido, abre innumerables puentes en la construcción de relaciones fuertes y poderosas.

Las peticiones, para convertirse en promesas tienen un ciclo. No se trata solo de pedir y por ser jefe, esperar a que se cumpla. Eso no es una petición; es una orden o una proposición única. Las peticiones correctas en la generación de la confianza presentan las siguientes características:

·         Crear un contexto. Para hacer peticiones u ofertas para constituir promesas, se debe pensar previamente en lo que se va a pedir. No se trata de improvisar, pero si ser espontáneo. Debe ser un sitio adecuado que favorezca a la escucha y la conversación. Se trata de llegar a la reunión, no pensando que somos seres superiores, sino que estamos entre pares, iguales, los mismos con los mismos derechos. Los EGOS no están invitados. En el contexto se genera las condiciones del diálogo que comienzan en el recibimiento de los asistentes, los puestos donde ubicarse, y el ambiente, incluyendo la temperatura, la iluminación y el espacio físico.

·         Hacer la petición. Al hacer la petición solicitamos del otro una acción que se necesita. Argumentar en este caso lo que está pasando, lo que pudiera pasar, lo que hemos hecho. Sabemos que luego de pedir si son las condiciones correctas, se recibe una declaración de aceptación y se constituye una promesa. Es normal decir, "Tu me prometiste que..." lo que sería un reclamo. Si asumimos que hubo la promesa, pero no ocurrió, entonces solo nos quejaremos.

·         Escuchar lo que tienen que decir. Quizá se expresen desde la desconfianza que sienten, o las emociones asociadas, pero tenemos que escuchar. A veces, se pasa mucho tiempo sin escuchar y solo escuchamos lo que nosotros pensamos que ellos piensan de nosotros. Desde allí no se construye nada. Quizá en esta fase, no se acuerde nada aun. Siempre las peticiones deben terminar con una declaración de aceptación.

·         Negociar. Luego de escuchar, podemos acordar ciertas condiciones mínimas que deben darse para que la promesa ocurra.  Podemos acordar todo. Seguramente entonces ocurra, si es posible, la declaración de aceptación o de negación. Si se niegan, regresamos a pensar en que fallamos y preparamos nuevamente un nuevo ciclo. En la negociación y la aceptación establecimos, las condiciones, los tiempos de entrega, las personas, la clasificación de la tarea, etc. Existen cinco condiciones en que recibimos una respuesta
o   Aceptación
o   Negación
o   Aclárame más que quiero saber si…
o   Espera…. Te digo más tarde, déjame hablarlo entre todos
o   Ok, pero te ofrezco esto en vez de lo que me pides. Te cambio lo que voy a hacer por esto y lo hacemos en estas condiciones de tiempo. Difícilmente hayan mas, así que ya sabemos a qué atenernos.

·         Seguimiento y control. Una vez constituida la promesa, (petición + declaración del si) debemos en función de proteger la recién creada confianza, actuar impecablemente y cumplir los acuerdos y hacerle seguimiento a las acciones.

·         Al finalizar la acción que se deriva de una promesa de una petición, el gerente debe revisar y acordar el nivel de satisfacción que obtuvo de lo recibido. Se trata de explicar, conversar, felicitar, agradecer, los trabajos realizados.
Mantener el ciclo de las promesas solicitando peticiones nos permite de manera deliberada y permanente, construir relaciones laborales fuertes fundadas en nuestros valores y principios. Si al final no recibimos a satisfacción lo ofrecido, también tenemos varias formas de actuar y aprender:

·         Regañar o castigar. No condice a la confianza

·         Reclamos improductivos. Hablar mal de ellos con terceros como para aliviar los juicios. (No conducen a la confianza)
·         Hacer un reclamo productivo:
o   Podemos llamarlos otra vez y escuchar que les pasó y tratar de reparar o minimizar el daño ocurrido
o   Fortalecer o recomponer la relación
o   Re establecer una conducta impecable
o   O aprender del error

Por último, como último recurso de aprendizaje, podemos aprender de lo sucedido y reunirnos con el grupo para tratar de obtener una disculpa productiva viendo lo que pasó hacia lo positivo. Se trata de aprender desde la indagación apreciativa o positiva. Se trata de transformar un hecho en una oportunidad de aprendizaje. De allí construimos compromiso desde la construcción de la confianza y la escucha efectiva/afectiva. La Indagación Apreciativa promovida por el Dr. Cooperrider, plantea de como aprendiendo de cada evento podemos conocer a través de que mecanismos logramos las metas y bajo que fortalezas y virtudes de caracter.

Así, las relaciones humanas son como tejidos interpersonales. Son frágiles, muy frágiles. Cuesta mucho trabajo construir confianza pero se rompe en un momento. Es importante adiestrar a nuestros supervisores en la escucha, y la creación de hilos de confianza.


Bibliografía:

  • ·          Echeverría, Rafael. (2003). La Ontología del lenguaje. Editorial Sáez: Chile.
  • ·         Kofman, Alfredo (2008)La Empresa Consciente. Editorial Aguilar/ Alfaguara. Cómo construir valor a través de los valores. La Coordinación Impecable, pags. 249 a 284.
·           Lindner, Alberto. (2014) Todo es cuestión de aprender a escuchar. Disponible en,http://facilitymanager.blogspot.com/2014/11/todo-es-cuestion-de-aprender-escuchar.html