Ya Aristóteles en la antigua Grecia, escribió sobre las
virtudes morales y su impacto en la vida del hombre. Expone en el libro
dedicado a su hijo Nicomaqueo, que las virtudes y los hábitos tienen que ver,
es decir que podemos adquirirlos. En ese mismo modelaje, Aristóteles plantea
que las virtudes, entendidas como hábitos se encuentran en un punto medio; así,
coloca en el medio a la valentía como virtud, y a sus extremos coloca a la cobardía
y en el otro a lo temerario. Y es que la valentía se opone a la cobardía e
igualmente a lo temerario, aunque el medio se encuentre más cerca de lo segundo
que es por exceso, mientras la cobardía lo es por la ausencia.
Este interesante modelo aristotélico me vino a la mente
cuando se explica en clase acerca de la línea que incluye al bienestar y a la
enfermedad. Una parte de la sicología tradicional se ha ocupado por años e el
estudio del siquismo y de cómo encontrar las curas a los problemas, y ha dejado de lado, quizá
por el impacto de las dos guerras mundiales en el siglo pasado, al bienestar y más
aun a la felicidad.
Si aplicamos el mismo modelo a la felicidad, (relación entre
lo genético, lo circunstancial y lo asociado a la voluntad, que de postre se
encuentra relacionado con la formación de los hábitos aristotélicos) observamos
que la felicidad sin embargo, no se encuentra en la misma línea recta, como la
salud o la enfermedad como opuesto, pues la felicidad no se opone a la
infelicidad sino a la ausencia de esta. Son dos líneas que corren juntas
pudiendo según la teoría de la sicología positiva, ser feliz en la infelicidad.
Los antiguos agregaron a este tema también, las nociones de
miedo, del bien vivir (Homero), la prudencia, la felicidad mística
judeo-cristiana, y sus virtudes capitales, la templanza, la justicia y la
valentía. Lo que quiero proponer en este foro, es que las virtudes que Seligman,
(2011), propone en la psicología positiva, es en cierta manera una suerte de
acuerdos sobre lo que es trascendental, común a las razas y común a través de
la historia, al proponer como virtudes positivas, a la templanza, al valor,
sabiduría, amor, justicia y trascendencia.
Las fortalezas asociadas a las virtudes, son producto de los
comportamientos actuales y las vías para alcanzar los objetivos de placer,
relaciones y felicidad. Las fortalezas son unos de los cuatro pilares de la PP,
junto con las emociones positivas, las instituciones positivas y las relaciones
interpersonales.
“El hombre ha surcado
tantos caminos buscando el bien, que pareciera haber perdido el rumbo. Es así,
como la sicología positiva se convierte en una esperanza, un alimento para el
espíritu para el hoy y el mañana.” (Norma, 2012). Me parece correcto, pues la
búsqueda de la felicidad comienza desde los antiguos, cuando la definen. Su
búsqueda ha sido ciertamente un lugar común a través de la historia, pero es
ahora, quizá con la influencia de lo místico proveniente del nuevo milenio, en
que lo empírico y hasta esotérico se convierte en una nueva perspectiva de la
búsqueda de la autentica felicidad, que reconoce lo que proviene de la genética
y se involucra con las circunstancias que nos ha tocado vivir. Aun más allá,
podemos lograrlo.
Bibliografìa:
-Seligman, Martìn, 2011. La auténtica felicidad. Barcelona: Editorial Zeta.
El Universal. com. (2011). La ONU reconoce la búsqueda de la felicidad como un objetivo humano fundamental. Tomado de: http://www.eluniversal.com/2011/07/19/la-onu-reconoce-la-busqueda-de-felicidad-como-un-objetivo-humano-fundamental.shtml
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