Una de las cosas que siempre me han llamado la atención es
que uno de tanto oír algo, termina por repetirlo como si fuera verdad. Cuando
estudiaba en la escuela de arquitectura, y cuando uno seguía una ruta trazada
por otros, siempre decían “como un jardín Japonés”. Y resulta que decían mis
compañeros de estudios, que los japoneses hacían un parque con una caminería
principal, pero sin las pequeñas o secundarias, porque resultaba que éstas se
construían mucho después; sobre las pisadas habituales de los usuarios. La
verdad es que ayer busqué mucho y no conseguí nada al respecto que me diera
luces.
Las empresas y su cultura también pueden verse como un
jardín japonés. Primero, estableces las macro valores culturales y esperas a
que se desarrolle la cultura corporativa, o por otro lado puedes comenzar y no
enunciar nada como valor y dejar que los dueños transfieran de forma directa,
sus propios valores, como lo haría un padre a su hijo.
Hoy pienso que es un poco de las dos cosas; primero, no se
debe iniciar una empresa si no tiene una misión, una visión del negocio y unos
valores ya declarados; segundo, siempre podemos rectificar en el camino, al
observar valores motivadores, inspiradores que hubieran nacido de la operación
misma e incorporarlos a la declaración inicial.
Cuando una empresa opera, debe pensar que debe contar con la
declaración de Planes Rectores, aquellos que conducen y guían. Consta de
misión, visión, valores, como dijimos, más las conductas asociadas, las metas y
los objetivos corporativos.
De estos últimos, deseo hacer énfasis en las conductas. Las
conductas son los reflejos de la aplicación y convivencia con los valores. Así,
con la ética como valor, esperaríamos ver a los talentos protegiendo los conocimientos
y preservando la integridad de la data, o con la alegría como valor, veríamos a
la gente trabajando en equipo cordialmente y conviviendo en paz. Las conductas
asociadas se declaran, los valores se transmiten.
Y esa es la forma que las empresas que gestionan por
valores, han conseguido desarrollar para medir y gestionar el desempeño; los
valores derivan en conductas y las conductas derivan en indicadores. Al final,
luego de tanto hacer y creer, no hace falta medir pues todo ya es un hábito que
permite a las empresas crecer en paz y convertirse en rentables y posicionadas.
Nota: la foto de este post, es justamente un camino hecho
por los estudiantes en la universidad. El diseño original indicaba que debían
subir una escalera, caminar a lo largo y bajar unas escaleras; la costumbre
marcó el camino que luego servicios generales lo convirtió en camino.
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