El
humor del venezolano.
Cada persona que visita
nuestro país, se queda encantada con la cercanía y el buen humor de nuestra
gente. Quizá sea por eso que nos encontramos en casi todas las encuestas de bienestar
y felicidad, entre los primeros puestos. Porque pareciera que el bienestar, la
felicidad y el humor han de encontrarse vinculados de alguna manera. Hasta en
los momentos de crisis, en las expresiones de desacuerdo, en gigantescas
marchas ocurridas en el año 2003, los venezolanos marchaban con pitos, disfraces,
alegría, globos y buen humor. Porque además, quizá hayamos descubierto en forma
empírica, que el buen humor alivia el sufrimiento y el dolor. Sin embargo, de
las tres cosas que mueven a la gente, afiliación, poder y logros, es la primera
que trasciende en la mentalidad del ser venezolano.
Es muy importante sentirse
perteneciente a un grupo, grupete, equipo, vecindad, afiliación, y es parte de
sus componentes cotidianos; una forma de compartir y pertenecer. En la
afiliación y en la búsqueda de generar lazos, se crea un ambiente propicio para
la aparición del humor, entendido por los venezolanos en su sentido más amplio,
el neutro, que permite los variados significados, aunque en la expresión,
siempre prevalece a mi entender, el inocuo, el benigno. Aunque sea parte de
nuestra cultura el “chalequeo” (o no perdonar una equivocación, llamado
“chinazo”), este viene a ser en muchos casos, entendido y compartido por las
dos partes, ya que ambos disfrutan y se ríen juntos. Es una forma de ser feliz,
pues hemos aprendido, por años, a reírnos de nosotros mismos, y eso en
realidad, lo aprecio como una autentica fortaleza particular de nuestra idiosincrasia.
Los
componentes del humor venezolano.
Según Camacho (2008), el
humor consta de cuatro componentes que son fácilmente observables en nuestra
cultura. Los componentes cognitivos denotan un manejo de la inteligencia, la
creatividad y el ingenio. No es por menos que nace “Tío Tigre y Tío Conejo” (cuento popular infantil), en forma cultural y anónima en Venezuela. Creo
que crecemos con la visión “Caribe”, (grupo
indígena nacional), sobre la oportunidad y la viveza. Esa viveza tan negativa a
veces, quizá hace que se desarrolle y potencie la creatividad. La segunda
dimensión, la emocional, se evidencia en la alegría; por eso nos valoramos
entre los países con más felicidad individual y colectiva. Somos capaces de
ser, “felices en la infelicidad” un poco de comprender también en forma empírica
que ambos conceptos son independientes y que el opuesto a la felicidad es la
ausencia de esta y no la infelicidad. Ser feliz y tener buen humor, van como
juntas.
La tercera dimensión es la
conductual y se evidencia en el venezolano, mediante una risa o sonrisa en todo
momento. Somos un país sonreído y es normal que si vemos a alguien que no
sonríe, preguntarle “qué le pasa esta mañana”. La risa en Venezuela, se
contagia naturalmente, así como la alegría. Solo basta ir a un mercado popular,
para recibir mensajes positivos de comunicación, (un poco como Fish, el libro),
tales como, expresiones de afecto, canciones, bailes, amenidades. Es normal ver
al presidente de la república cantar varias canciones en una alocución. No es
solo el emisor; el receptor lo entiende y le gusta.
La última dimensión es la
fisiológica, de la que ya hablamos, y por medio de la cual, hemos encontrado
bajar la ansiedad que nos produce la situación cotidiana, si no nos sentimos a
gusto. Es normal que las agresiones verbales las transformemos en gracias y
situaciones humorísticas. Es como una espiral o un ciclo de realimentación
positiva de la que hablaba Peter Senge en su “Quinta Disciplina”, mientras más
humor, mas felicidad. Mientras más felices, más tolerantes y mas humor. Hay
culturas en América que palean el dolor masticando hojas; nosotros, nos reímos
de nosotros mismos.
Bibliografia
Camacho, Javier, (2008). Prácticas
en Psicología Positiva. Editorial Lugar
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