lunes, julio 30, 2012

¿Hay organizaciones minimalistas?

El término minimalista, en su ámbito más general, se refiere a cualquier cosa que haya sido reducida a lo esencial, despojada de elementos sobrantes. Es una traducción transliteral del inglés minimalist, que significa minimista, o sea, que utiliza lo mínimo (minimal en inglés). Es la tendencia a reducir a lo esencial. Se aplica también a los grupos o individuos que practican el ascetismo y que reducen sus pertenencias físicas y necesidades al mínimo, es también el significado a simplificar todo a lo mínimo. Este significado queda más claro si se explica que minimalismo en realidad quiere decir minimismo. El término «minimal» fue utilizado por primera vez por el filósofo británico Richard Wollheim en 1965, para referirse a las pinturas de Ad Reinhardt y a otros objetos de muy alto contenido intelectual pero de bajo contenido formal o de manufactura, como los «ready-made» de Marcel Duchamp.Wikipedia.

Cuando vemos que el significado de “minimalista” en que todo se reduce a lo esencial, despojando lo sobrante, con seguridad no nos referimos al salario. Los trabajadores siempre esperan al menos, estar a la par con los procesos inflacionarios, o en una merecida mejora por los esfuerzos y por el crecimiento profesional.

La verdad es que el “minimalismo” ha estado presente en toda mi vida profesional. Estudiando la carrera, estudiamos profundamente los edificios prismáticos del arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, y cuyo mayor exponente quizá sea, el edificio LeverHouse en la ciudad de New York, donde conviven en la entrada del edificio, con sus famosos muebles negros y puros. De Mies nos llegó la famosa frase “menos es mas”. Pero para los años de 1980, la arquitectura moderna, ya había sido seguida por el nuevo modernismo tardío, y ya estaba en génesis la nueva arquitectura post-modernista, cargada de símbolos, decoraciones, y como siempre es común en nuestras tendencias, “revisando otra vez a los clásicos”. Ser post-moderno era “cool” por lo que seguramente olvidamos aquello de, ser “menos, es más”.

Recién graduado, me tocó trabajar en el taller del famoso arquitecto venezolano Martín Vegas, quién fuera discípulo del propio Mies. Vegas y Galia, fue la oficina que se encargó del diseño de la torre Polar en la Plaza Venezuela de Caracas. El diseño final, fue un hermoso prisma de vidrio parado sobre otro acostado que le servía de base. (Dicen que sus proporciones eran iguales al yesquero de plata con tapa aquel que empieza con D). Este edificio se encuentra referenciado en los más importantes libros de la arquitectura contemporánea mundial. Siendo de la escuela “miesiana” también prevalecía la tendencia a lo purista. De toda mi amplia estadía con el Dr. Vegas, he referenciado algunas experiencias y anécdotas que recuerdo, al final, y como sentido homenaje.

Cuando uno pasa de los 50 tiende, en el mejor de los casos, a ser menos materialista y a tratar de trascender en otras cosas. No es porque sea un “sobreviviente”, es que haya desarrollado esta visión, ya que la tenía antes de tales eventos; quizá sea solo cuestión de edad. La vida a medida de que transcurre, se convierte en momentos, eventos, procesos, y ciclos que le dan verdadero significado. Cada vez, la casa donde habito se vuelve más “minimalista” no por moda, sino porque cada cosa necesaria, haya de ocupar su propio puesto. Los objetos significativos del pasado, lo que hacen a veces, es “anclarnos” al pasado, y vivir una vida “rumiante como las vacas”, de lo que tuvimos o perdimos, y no valoramos lo que tenemos, vivimos y sentimos en el hoy. Se trata al final, simplemente de ser felices. Mis colecciones ahora, no son costosas monedas, estampillas o antigüedades; sino son mis gorras, mis libros, mis recuerdos; nada de lo que pueda ser apetecible por otros, sino por uno mismo. Hacernos minimalistas es una forma de hacernos “lean” (viene de procesos sin desperdicios), un poco de trascender y desear menos cosas materiales, y mas no-materiales.

¿Sería entonces `posible, que en la madurez de las organizaciones, éstas lleguen a alcanzar la felicidad a través de las cosas trascendentales, olvidando por partes, el materialismo? Como dice wikipedia, se trata de reducir a lo esencial y despojarse de los innecesarios. Si ya dijimos que esto no se refiere al salario, ¿a qué se debe entonces? Pues sin dudas, a los materiales no necesarios, aumentando los no-materiales o intangibles.

Los beneficios se encuentran asociados al salario que pudiese ser dividido en monetario y el no monetario. El no-monetario o intangible estaría compuesto con todos aquellas cosas y eventos que nos hacen sentir a gusto en nuestro puesto de trabajo, nos inducen a emociones positivas y la felicidad, nos retan, y nos hacen “fluir” en lo que hacemos, consiguiendo un alto compromiso y fidelidad. Pasamos un alto porcentaje de nuestro tiempo en nuestro lugar de trabajo, de allí tenemos nuestras relaciones interpersonales, la comunicación, la amistad y el apego. También el “fluir” (hacer a gusto las cosas), los logros y el crecimiento personal. Las empresas que solo compensan a base de dinero, seguramente estarán destinadas a fracasar. Las personas necesitan más que eso, y no hay que entenderlo como altas erogaciones, sino como pequeños esfuerzos, permanentes y de alto impacto. ¿Ejemplos? Seguramente el interesarnos por su preparación y educación. Preparar programas de mejoramiento continuo, que forme, adiestre y prepare; los paseos de integración y crecimiento también forman parte de esta nueva visión integradora; los concursos de ideas de innovación (escucharlos a todos y ejecutar sus propuestas); la democracia y la igualdad y por su puesto la gobernabilidad social empresarial. El trabajo transversal por procesos, también forma parte de esta nueva visión.

Decía El principito de Antoine de Saint Exupery, que “lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve con el corazón”. Las empresas en el empeño de poder reducir lo material y aumentar lo espiritual, deberá trabajar con las personas, no con los “recursos o activos”; deberá trabajar con inteligencia emocional, no solo con la razón; deberá comenzar a escuchar, y no solo a hablar y comunicar; deberá aprender a hacer las cosas porque hay que hacerlas, y no porque se va a obtener un beneficio de ello. Un poco como la vida en pareja, que hace que cada día sea diferente para mantener el amor; así las organizaciones se estructuran para ser mejores y crecer en la esperanza y las buenas emociones. 
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Mi jefe Martín Vegas, ya se encuentra entre los grandes de la arquitectura. Buen viaje querido amigo. De él y de su experiencia he escrito algunas anécdotas imborrables:



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