Si uno pudiera escribir en la descripción del cargo en una
empresa, un poco mas allá de lo que hacen las personas, quizá escribiríamos: “contribuyo
en hacer feliz a mis compañeros”, “aporto mi grano de arena en comunicarme
mejor”, “facilito procesos para que todos mis compañeros ganen, y salgamos
todos ganando”, “deseo ver prosperar a mi gente”. Y debe ser como parte de
nuestra costumbre cuando supervisamos a otros, además de saber si están casados,
si tienen hijos o si tienen casa propia, el preguntarles que labor desempeñan.
Y es que en esa descripción del cargo de un recién graduado,
que aún no sabe cómo se va a desempeñar en vida profesional, deba aparecer,
como responsabilidad de quien lo supervisa, el de “ser esponja” al adquirir
todos y cada uno de los conocimientos que se le presenten, y que pueda poseer.
Cuando yo estaba recién graduado, me enviaron a estar dentro de una obra de
construcción. Era un edificio muy grande, muy alto y muy importante en el
perfil urbano de la ciudad. Para una persona ávida de aprendizajes, una obra en
construcción, es por así decirlo, un “lugar perfecto”. Un poco esponja, con
mucho tiempo y con muchas ganas de aprender, uno se involucra en el trabajo,
tanto, hasta perder la noción del tiempo, trabajando muchas horas que las estipuladas.
Esa es la época en que nada importa, solo aprender.(y ganar)
Y es así como en el desarrollo profesional de cada quien, se
vayan diferenciando todos aquellos que son felices con lo que hacen, quizá producto
del placer que se siente en ejecutarlo, y aquellos que no lo son, y trabajan
por compromiso o por necesidad. Martín Seligman, en su libro, “La Auténtica Felicidad”,
(Seligman, 2011), hace la distinción o mención de que la “orientación laboral” se presenta
bajo tres tipos: los trabajos, las carreras y las vocaciones.
El trabajo se representa a quienes solo trabajan por ganarse
el sustento, contraen responsabilidades y las cumplen dos veces al mes. El
trabajo visto como sustento, se comprende cuando el trabajador abandona un
trabajo, cuando el pago no compensa la situación familiar o personal o cuando
le es ofrecido un nuevo trabajo en otra empresa.
La Carrera ocurre, cuando en una empresa medianamente
responsable, el departamento de RRHH, le desarrolla un plan de desarrollo
profesional en concordancia con su cargo, su futuro, sus posibilidades de ascenso,
dada su eficiencia y eficacia y su buen desempeño. Muchas empresas, “construyen
planes de carrera” para protegerse de los cambios que vienen por vía de la
globalización o la revolución industrial o los cambios en los mercados de
productos o servicios. No quiero decir que las empresas no lo hagan por
responsabilidad social, sino por ganar-ganar donde el aprendizaje queda en la
cadena de valor de la compañía y sus ulteriores compromisos e intereses. Se
representa esto también, como el crecimiento personal-profesional por medio de
la “meritocracia”.
Por último tenemos a la vocación, que Seligman nombraría
como “el compromiso apasionado con el trabajo, por el mismo” (Seligman, 2011). Las vocaciones se entienden entonces, como
aquel trabajo donde el sujeto que realiza la labor puede trascender en su vida
social y personal. El trabajo es totalmente satisfactorio y a diferencia del
trabajo, totalmente independiente de la remuneración. Seligman también menciona
que estudios recientes han analizado que en ocasiones las vocaciones se pueden transformar
en trabajos y que los trabajos a veces se transforman en vocaciones. Ejemplo de
esto puede ser el arquitecto, que siendo hábil con el manejo del espacio,
coloque el dinero y los beneficios materiales de primer lugar, mientras que la
secretaria del arquitecto, piensa que su trabajo contribuye con la creación de
una mejor ciudad y un mejor lugar para vivir.
Esta categorización, sin embargo, no ocurre solo cuando nos
incorporamos al mercado de trabajo, sino que debería ir evolucionando según se
vaya transformando la visión del mundo, en cada quien. Es normal que los
jóvenes sean más materialistas que los adultos que ya piensan en el retiro o en
su salud; los jóvenes se sienten inmortales. Es normal que los jóvenes piensen
en aprender para transformar la experiencia en crecimiento, mientras que debería
ser normal que la gente adulta piense mas en enseñar lo que sabe. Es normal que
los jóvenes estudien en sus procesos iniciales, mientras que es normal que los
mayores sean docentes o instructores. Es normal que la gente sana piense en lo
material; mientras que los “sobrevivientes” piensen más en la trascendencia. Poder
llegar a edad adulta, también es sobrevivir.
Por lo tanto, parecería ser que la evolución de la “orientación
laboral” estaría más ligada a la edad y a la experiencia. Los jóvenes entonces tenderán
a tener trabajos, cuya contra-prestación sea aprendizajes, beneficios materiales
o la oportunidad de ascender para llegar a tener una “carrera”. Teniendo la
carrera, y habiendo cumplido con la protección a la familia y a los hijos, es
normal también, que pensemos en la forma de trascender espiritualmente. Porque
las fortalezas humanas para trascender son, el disfrute de la belleza, la gratitud,
la esperanza, la espiritualidad, el perdón, el sentido del humor, y el entusiasmo.(Seligman,
2011, pag. 238). ¿Con cuántas fortalezas cuentas amigo lector? ¿Trabajas o
vives de tu vocación?
Los hacedores de empresas, se preguntarán si pueden tener un
trabajo que sea una vocación? Seguro, ya lo hemos dicho. Cada quien verá en su
corazón y se preguntará si lo hace para trascender o para tener más beneficios
materiales. Depende cual coloque primero. No está mal, que se tengan muchos
beneficios cuando logramos beneficios colectivos mayores. El materialismo “per
se” no está bien. Nada queda al final de la carrera, nada material se va con
nosotros. Solo lo que hicimos, solo lo que dejamos, lo que trasciende y nos
hace más humanos.
Fuente:
Seligman, Martín, (2011) La auténtica felicidad. Barcelona:
Editorial Zeta.
1 comentario:
Hola, en el análisis hace falta agregar el Oficio y donde se circunscribe. El oficio parace como un trabajo, que en la antiguedad fue transferido de padres a hijos y así sucesivamente. No había toma de decisiones.
El tema es, que si un oficio se puede transformar en una vocación?
Un zapatero hace un oficio, no tiene carrera profesional, pero lo podría hacer apasionadamente
Manager
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