Hace muchos años, siendo aun
un niño, resulta que estábamos contemplando un grupo de ganado, con una tía
querida y con el dueño de la hacienda, quién pocos meses después, vendría a
incorporarse como mi tío político. Quizá por la emoción del momento, en tan plácida
estampa o quizá para “ganar posiciones” con mi tía, fue, que tras verme
admirando una en particular, se atrevió a decir:
“-a partir de ahora, esa
vaca es tuya, te la regalo”
Tamaño regalo, aquella vaca
de algo más de un año, gorda, feliz, con pintas negras y blancas sobre una piel
perfecta, con juventud y aún sin haber
parido su primer becerro. (Aunque creo que ya estaba preñada). Pero, ¿qué hace
un niño de siete años con una vaca gorda y joven?. Pues, de lo que puedo
recordar, en principio, ser muy feliz por tal posesión. Durante años, habría de
preguntarle a mi tío político por “mi vaca”, y este a su vez, me diría, “.está
muy bien, otra vez parida y con un becerro” (Mis becerros, pensaba yo, pues los
hijos de “mi vaca” definitivamente eran “mis becerros”). Pero, el evento fue un
tanto de incredulidad, un tanto de un rato simpático que terminó seguramente,
de convencer a mi tía de casarse. Hoy tienen más de 40 años de matrimonio.
De mi vaca, ya no se ha
hablado más. En los años siguientes a mi niñez, habría de darme cuenta que no
todo lo que se ofrece se puede cumplir. Para mi tío, regalarme una vaca era muy
sencillo, pues no iba a tomar a mi vaca y me la iba a traer a mi casa. (Aunque
seguro hubiera convencido a mi madre de hacerlo, pues ya tenía conejos, perros,
ocas, gallinas, pericos, peces y gatos. Una vaca no iba a hacer la diferencia)
Voy a utilizar esta historia
para analizar el impacto en la familia, y por supuesto, en el trabajo. Un padre
que le ofrece algo a su hijo, DEBE cumplirlo. “Si te gradúas, te regalo ese
carro que está parado en el garaje.. si te gradúas te llevo a Europa… etc. " Los
padres se acostumbran a manipular a sus hijos y éstos a la larga, se
acostumbran a no creerles, generando un bucle de realimentación negativa. Un
padre debe desarrollar muy bien la memoria, y si no puede, debe desarrollar el escribir
lo que ofrece, así sea a larga data. La palabra, es lo tiempos de mi ciudad
natal hacia el siglo pasado, consideraban que “dar su palabra” tenía mas fuerza
que un contrato. Y eso es educar en valores firmes, con la confianza mutua como
uno de los principales valores, y no fundada en falsas promesas que se olvidan
y que no se cumplen, o que no se pueden cumplir y por ende, se tratan de
olvidar.
En el trabajo, también es
delicado, pues la relación patrono-empleado es parecida al maestro-aprendiz.
Uno confía en el otro y espera recibir lo más útil para el desarrollo de su
carrera. Lamentablemente es más común de lo que se piensa, y más duro de
aceptar, pues ya no somos niños, que atesoramos a una vaca.
“-Si te vienes a trabajar
conmigo, para construir estos edificios, te doy la tercera parte de las
retenciones laborales”, fuè otra promesa que recuerdo.
Me fui a trabajar allí pero
las obras de construcción son a larga data y al término del tiempo, al exigir
la palabra, te dicen:
“-Yo no pude haber dicho
eso. Es mucho dinero y es la ganancia de mi oficina. Si quieres te subo el
sueldo..”
Y no se trata de más dinero,
se trata en principio, de cumplir una palabra empeñada, se trata de que “mis
becerros” hijos de esa vaca de hace cinco años, ya estaban comprometidos, un poco
en sueños movedizos, un poco en realidades de crecimiento y de asentar cabeza.
El riesgo que se corre, es que podamos seguir haciendo lo mismo con otros, y
ofrecer “vacas en el aire”. Así, se realimentan procesos que debemos erradicar
en las empresas y organizaciones. Las promesas laborales pudieran estar
relacionadas con varios tipos de salarios, o al menos el real o monetario, y el
emocional, realmente ligado a la felicidad. Podemos observar algunas características:
a.- Como los niveles de
autoridad pueden cambiar, las promesas u ofrecimientos estarían por escrito.
b.- Las promesas de
crecimiento laboral podrían hacerse en función de un plan de carrera que le
permita saber como evolucionará su vida en la compañía.
c. Siempre debe haber un
proceso de feedback para dar a conocer porque nos merecemos un ofrecimiento a
futuro.
d. Los premios
derivados de ofrecimientos, deben ser lo
ms democráticos y justos, para evitar las preferencias y las discriminaciones.
e. Se debe velar que ningún gerente
ofrezca un regalo, exigiendo algo a cambio, podemos caer en cualquier tipo de
acosos, hasta los del tipo sexual.
f. Los premios no deberían tener
un carácter individual de algún gerente en particular, sino que debe ser
producto de una estrategia corporativa, que deriva en una política; se trata de
evitar las injusticias.
Hay un último nivel y suele
ser un poco más delicado. Lo he visto en algunas ocasiones en todos estos años
de consultoría; en al menos tres. Una empresa, en el trascurso de tiempo, y
tras crecer, diversificarse y posicionarse, decide asociar a su plana gerencial
superior. Los asocia con acciones de la empresa, de palabra, pero que en el
transcurso de los años, no se llegan a materializar. Son socios de palabra,
pero no de hecho. Es una situación absolutamente frustrante que al final
termina en separación y probablemente en demandas legales. Cuando te llaman a
hacer consultoría básica, fundada en misión y valores, ¿cómo se puede concretar
si no existen los lazos en que pueden desarrollar las estrategias del negocio?.
Yo no ofrezco “futuros”, ni
regalos, ni ofrecimientos, a menos que estén estructurados como parte del
negocio. Lo que si puede hacer un gerente por su gente, es crear las
condiciones adecuadas para que puedan ser felices y fluir en lo que hacen y
aprendan a trabajar juntos y con una visión compartida. Ese futuro, si vale. La
promesa de seguir interesándose por la gente y ayudarlos a que lleguen a ser lo
mejor que puedan llegar a ser. Eso es lo que hace un “Promotor del Bienestar”
Notas:
Las vacas son mamíferos cuadrúpedos.
Tienen varios estómagos y alimentan a sus crías por medio de las ubres. Viven
hasta los 20 años, pero el promedio real es de 15, fecha en la que aún puede
tener becerros.
¿Qué le pudo pasar a mi vaca
en estos veinte o quine años?
Cada vaca pare otra vaca cada dos años
(por el 50%, un año es macho y otro es hembra), quiere decir que las vacas se
duplican cada período de dos años:
Veinte años entre 2= 10. Por 10 períodos
las vacas se duplican cada período
Esto es 2 elevado a la 10: 1024 vacas a los 10 períodos, esto es, 20 años
Ahora, la vaca inicial dejo de parir a los quince años. Restan 5 años
que entre dos da 2,5. Redondeemos a 3. Si calculamos 2 elevado a la 3: Son 8
vacas menos
Entonces al final tengo, 1024 menos 8= 1016 vacas.
Son muchas vacas para un solo regalo. ¿Dónde están todas mis vacas?
Nota2: Gracias a mi amigo José, por ayudarme con la estadística
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