Africa es una señora de más de 30 años,(mi sobrina), está
embarazada y necesita entrar en cirugía al octavo mes ya que por razones
médicas, el bebe y la madre corren riesgos. La operación es exitosa, sin
embargo la cesárea complicada hace que el bebé tenga que ser internado durante
15 días en terapia intensiva infantil. Quizá sea de los lugares con profesiones
más complejas y estresantes pues se trata de niños recién nacidos y con
problemas para ser independientes; mucha responsabilidad.
Varias veces acudí a la sala de espera de terapia intensiva a
ver si podía ver a mi sobrino, pero en estos casos solo está permitido y en
ciertos horarios a los padres, y de ellos me mantenía informado.
La sala de espera era pequeña, acogedora, había un pequeño
escritorio, varias sillas y una gran pared llena de fotos de niños sonrientes.
“Qué bonita pared”, pensé de inmediato, aunque no me parecía consecuente con la
función de la sala. Como tuve que esperar algún tiempo, pude detallar las
fotos: niños creciendo, felices, de todos colores y cualquier tipo de foto
colocadas sin ningún orden riguroso, como de quién coloca a un ser querido en
su pared.
A los días, casi para salir, tuve un pensamiento que me
sorprendió: “Que tal si la pared está compuesta de los niños que han pasado por
terapia y se han salvado?”
Entonces la pared si tendría sentido. A los días y tras contarles
a sus padres y estos a su vez a los doctores de emergencia, tuvimos la
confirmación. Es el orgullo que sienten los médicos que allí trabajan por la
forma en que tratan a sus pacientes y los niveles de supervivencia. (Hasta
llegue a pensar que un bebe no debería estar sus primeras horas en un lugar
frio y solo aunque dejaran a la madre tocarlo dos veces al día).
Resulta que todos los que trabajan en terapia intensiva, actúan
de la misma forma y han encontrado en su trabajo, el equilibrio perfecto para
sus emociones y como complemento para la felicidad. El día de la salida del
reten, se tardaron varias horas y fue porque todos los médicos y enfermeras
abrazaban, cargaban y le daban cariño al bebé. Entonces supe que los pacientes
no tienen ninguna deficiencia de afecto por su paso por terapia.
El ser humano según la sicología positiva, tiene tres vidas; la
vida placentera, o vida hedonista, donde se encuentran todas las sensaciones,
las pasiones, las emociones positivas, el sexo, etc; la vida comprometida, que
se caracteriza por los logros, los retos que tengamos, y el compromiso que tengamos
en desarrollarlas, y por último, la vida con sentido, que no es más sino
trascender en la ayuda a otros, en las relaciones sociales positivas, donde se
consigue el significado a las cosas y a ser mejor persona ayudando a otros a
serlo, igualmente.
Los médicos y enfermeras que trabajan en terapia intensiva de
este hospital, han encontrado posiblemente la mejor manera de ser felices en un
trabajo extenuante, intenso y estresante; sobre todo en trascender salvando
vidas infantiles. La vida placentera la practican en las relaciones de afecto
entre pares, y el gran amor que le transmiten a los infantes, la vida comprometida
es que han aprendido a “fluir” o perder noción del tiempo en un trabajo
interesante y con logros personales y de equipo, y sus vidas con sentido las
logran con la entrega desinteresada mediante la ayuda a otros, en los grupos de
apoyo, en el trabajo de equipo coordinado y en colocar con orgullo, las fotos
de los que han pasado por allí, en una pared de la sala de espera.
Es sin dudas, un espacio para aprender, sobre todo los que
tenemos que ver con el manejo de gente. Disfrutar, lograr y trascender es lo que
logran en el trabajo diario y mediante el uso de sus tres vidas.
Alberto
PD: agradezco al equipo médico, a todas sus guardias, médicos,
enfermeras y técnicos por hacer su trabajo con tanto orgullo. Terapia Intensiva
Infantil del Centro Médico Docente La Trinidad. CMDLT.
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