Decir, que “interpretamos
el mundo desde el observador que soy” es una expresión muy común en los que nos
educamos en coaching ontológico. Se basa en un modelo desarrollado por Rafael
Echeverría quien desde la ontología del leguaje, estructuró el modelo OSAR,
cuyas siglas son el acrónimo de Observador, Sistema, Acción y Resultado. Todo observador desde donde es, acciona de
una manera determinada y así, es su resultado. De allí se deriva que si uno
hace siempre lo mismo, obtiene siempre los mismos resultados.
Entonces,
¿cómo se puede cambiar eso?
Pues el mismo
modelo contempla dos re alimentaciones; una que va de resultados a la acción,
con lo que tenemos aprendizajes de desempeño y otra cuando la re alimentación va
al “observador”, llamándolo aprendizaje transformacional, pues se supone que
cambia nuestra mirada de las cosas, por lo que pudiéramos decir que cambia el “ser”.
Ser,
entonces, deriva en acción, pero también las acciones derivan en ser, por lo que
se dice que el lenguaje tenga un poder transformacional. Eso es un postulado
poderoso de la ontología del lenguaje. No solo basta “darse cuenta” de lo que nos
pasa, pues el cerebro cuenta con mecanismos especiales que nos mantienen en
nuestra zona de confort, sino se trata de hacer un cambio profundo y
definitivo. Por eso es que solo las sesiones de coaching no sean suficientes
para cambiar; hacen falta acciones deliberadas y permanentes hasta que logremos
el hábito y podamos comenzar desde un nuevo ser, o lo que hemos llamado como “estar
siendo”, que es lo que somos en un momento determinado, y como diría Ortega y
Gasset, en unas circunstancias especiales.
Darse cuenta,
como hemos dicho, no llega a ser suficiente. Hace falta comprometerse a cambios
profundos. Es posible que el coach logre que vea lo que lo limita, y al
compromiso del asistido, pero el plan debe nacer de las necesidades propias del
cambio, desde el propio conocimiento de sí mismo que tenga quien desea cambiar.
Que se nos caiga la venda de los ojos de la cara no quiere decir que
comprendamos lo nuevo que estamos observando. Quizá sea un mundo nuevo, algo
desconocido. Necesitamos interactuar, visualizar a dónde queremos ir; los
caminos irán apareciendo en el camino mismo. La ontología del lenguaje desde mi
mirada, quizá sea la mejor manera de explorar, indagar y descubrir el proceso de transformación, pero no
suficiente. Desde la psicología positiva de Seligman podemos tener herramientas
que nos permitan contar con herramientas, valores, fortalezas, y conocimientos,
para que de forma deliberada y permanente, vayamos haciendo caminos. Las
fortalezas de carácter de la psicología positiva nos permite conocer cuáles son
las más utilizadas en el devenir del día a día de quienes somos; no necesariamente para el que queremos ser.
Lo que sucede entre el coaching ontológico lo hemos llamado sinergia, pues
trabajan juntas.
Como ya
dijimos, la acción deliberada y permanente construye ser y desde allí, poder realizar
nuevas acciones desconocidas que nos permite llegar a ser, nuevamente. De este
ciclo maravilloso, creador y expansivo, es que la psicología positiva ha llamado
“el alcanzar la mejor versión de sí mismo”, versión que no es aquella que está
oculta y la destapamos, sino que la construimos en cada acción de bienestar con
la que nos conectamos. Seligman utiliza el acrónimo PERMA para indicar los 5
elementos de una vida plena y de bienestar. Nace de la observación y la
investigación profunda en las correlaciones entre causa y efecto. Se trata de
disfrutar la vida a través del uso de las emociones placenteras y
positivas, y la comprensión de las
displacenteras, se trata de vivir una vida en sintonía con nuestros retos y
además conectarnos en el bienestar cuando lo hacemos, se trata de una vida
social, de ayuda, de familia y redes de apoyo y por último, se trata de una
vida de propósito con la vida.
Cuando
pensamos en la mejor versión de nosotros mismos, pensamos en el tipo de persona
que deseamos alcanzar; se trata de tomas acciones, de hacerse cargo del cambio
y de escoger el tipo de acciones que debemos emprender. Si para ser resiliente
en el trabajo que se quiere tener, se debe desarrollar entre otras fortalezas,
el agradecimiento y el sentido del humor, entonces se deben hacer las preguntas
correctas:
¿Qué debo
hacer para desarrollar el humor?
¿Qué es el
humor para mí y qué es el humor en el medio donde voy a estar?
Allí, en esa
ruta, cambiamos la percepción de las cosas y nos vamos convirtiendo en un nuevo
observador, ya que emprendemos proyectos completos y complejos, a veces de
larga data. Es por eso que no sea tan correcto decir, “el tipo de observador
que se es”, sino “el tipo de observador que uno está siendo” en un momento
determinado.
Amigo lector,
como ya dije en un post pasado, si quieres cambiar el tipo de observador que eres,
estudia fotografía digital. Vas a reconocer palabras que desde la metáfora le
dan sentido a la acción del coaching; luces, sombras, colores, encuadres, re
encuadres, movimiento, sentido, emociones, pasiones. Pensar como un tipo de
observador que somos o que pensamos ser, tienen un riesgo: puede ser que con el
pasar del tiempo ya el observador que pensamos ser, no se parezca al que
realmente somos en ese momento. Se trata del devenir de la vida, Desde esa
noción es que podemos construir la mejor versión de nosotros mismos, y que en
realidad, en la mirada del observador, nunca será una película, sino solamente
una foto instantánea.
Alberto
PD: la foto la tomé yo
2 comentarios:
El tipo de observador que soy (O que voy siendo) puede cambiar por adversidades o mejoras, internas o externas, este artículo me enseñó que cultivando el agradeceimeinto y el sentido del humor, entre otras fortlezas, podré desarrollar mi resiliencia. Gracias por el artículo.
Me fue muy util el articulo. Claro, con ejemplos, lo que necesitaba leer. Gracias
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