sábado, septiembre 25, 2010

Aprender a Volar... (Post #239)

Una de las metáforas más extraordinarias que he leído fue en el libro “Learn to fly” de de Chris Collison y Geof Parcell, editado por Paidós en el 2003, sobre el proceso de aprender a aprender, como principio de la gestión del conocimiento.
Ambos autores trabajaron en la industria petrolera BP y narran de una manera clara y sencilla todos los principios para conocer e implantar esta importante herramienta de cambio y de gestión de calidad. La metáfora aunque no la trata el libro, se entiende a través de la observación de la naturaleza y cuyo mejor ejemplo sin dudas, es un pájaro, tratando de enseñar a volar a su crio, una vez que ha abandonado el nido y es imposible que pueda volver a el. La transferencia del conocimiento de la vida cotidiana del pájaro, es transferida en forma tácita, cuando el pichón observa al adulto a mover las alas, a atrapar insectos, a secar sus alas al sol, a temerle a los humanos, a identificar lo que puede comer y lo que no. Debe ser un proceso rápido y eficaz, pues no cuenta con mucho tiempo para aprender.
En las organizaciones hacemos más o menos lo mismo. Asignamos un tutor, (recuerden que un tutor es como una vara que colocamos al lado de un arbolito para que crezca derecho), a un nuevo talento humano, en el supuesto que va a aprender la cultura organizacional, sus valores y principios así como la mejor manera de hacer bien las cosas y de una vez. Pensamos por la misma teoría, que la gestión del Conocimiento es una metodología o filosofía de calidad muy compleja, costosa y complicada de implantar, cuando en realidad su esencia se deriva de las cosas sencillas de la vida, así como un padre enseña a montar bicicleta a su hijo, desde el triciclo, pasando por la bici con rueditas atrás, hasta llegar a la lineal, la definitiva. El padre no le entrega un manual a su pequeño hijo, sino que se entrega a la transferencia, los trucos, y los secretos.

Cuando las cosas cotidianas se vuelven demasiado científicas y académicas, a veces se complican. Es por eso que en mi cátedra de conocimiento, todos mis ejemplos son extraídos de nuestra propia experiencia y nuestra propia cotidianeidad. Lo que hemos hecho en el curso, por este proceso que hemos realizado por siglos, es ordenarlos y darles nombres, como para poder reconocerlos y distinguirlos; todo lo demás es sentido común y experticia.

Ya casi nadie habla de Gestión de Conocimiento, de hecho hasta las eliminan de los currículo de estudios, en el entendido que era un moda y ya “pasó”. La verdad es que las cosas seguirán su curso y las personas seguirán aprendiendo como lo han hecho desde siempre, pero cambia el concepto en las organizaciones, donde si se hace importante que las personas se acojan a un método de recuperación y transferencia de las lecciones aprendidas. Es común ver en organizaciones que aparecen los mismos errores, solo cuando se cambia a un recurso, o dejan de comunicarse.
Las lecciones aprendidas que son registradas, valoradas, revisadas y difundidas, tendrán un valor agregado superior, pues se evitará que sean cometidos los mismos defectos en las mismas situaciones. Y no se trata de ser estricto, solo por serlo, sino en la certeza de lo que se escribe, se aprende y se transmite, y es la mejor manera, a mi entender, de realizar alguna transformación cultural.
Vivimos en una sociedad nueva, caracterizada por la tecnología, la información y la comunicación muy cambiante, y donde el conocimiento se duplica en cuestión de pocos años, y en donde se hace complicado enseñar en las escuelas, pues al término de cinco años, es mucho el conocimiento que ya sido sustituido o simplemente ha quedado obsoleto. Es por eso, que la principal función ahora de la escuela, es enseñar a aprender a aprender; un poco como enseñar a volar. Una metáfora que nos cuenta, por una parte, que podemos transmitir y transferir las mejores prácticas, y por otro lado, que una vez que el ave aprendió a volar, volará solo.
La gestión de conocimiento en las organizaciones, no es una moda que decidimos ensayar; es cambio, es mejoramiento continuo, y por ende debe ser un valor organizacional, una forma de ver la vida, y los negocios, para transformar desde adentro, y crear un efecto multiplicador aguas arriba y aguas abajo en la cadena de valor.

Siempre que escribo acerca de esto, me acuerdo de una extraordinaria película que viera cuando niño, (“Pigmaleon” de George Bernard Shaw), que años después se filmara como “My Fair Lady”, con Audrey Hepburn y Rex Harrison. Trata de una apuesta entre dos caballeros británicos, que deciden acerca de la educación o no de una vendedora callejera de flores a las puertas del teatro.

Al terminar el trato, la humilde mujer, estaba convertida en una Dama, y el caballero le pide que se regrese a las puertas del teatro. Pero ella ya era otra persona, había cambiado; sabía que nunca más regresaría a lo que antes era. Había aprendido a volar.
De allí, que cada vez que se le cambia la vida a alguien, habrá de ocurrir lo que se conoce como el “Efecto Pigmalion”. Una de los compromisos de cualquier consultor (Artesano), es lograr conducir los cambios bajo la óptica de la Gestión del Conocimiento; así, la certeza del vuelo, estaría garantizado.
Nota: La foto de este post, que le da origen al contenido, es de un árbol en mi empresa. En él, casi imperceptible, está un pichón con su madre, batiendo sus alas al sol, en la espera que tarde o temprano, le ayudarán a despejarse de la rama.
Nota: La imagen de la película es el cartel de promoción en el año 64. No conseguí si tiene derechos de autor.La bajé de Google.

2 comentarios:

Manel Muntada dijo...

Curiosamente las modas pasan antes de que realmente las herramientas, técnicas o métodos funcionen. Pasó con la gestión por valores, por competencias y con la gestión del conocimiento, modelos que se están desarrollando 20 o 30 años después de que, teóricamente murieran.
La consultoría artesana y el logro de la autonomía de los clientes en aquellos aspectos en los que se colabora son indisolubles. La gestión [conversando, compartiendo, colaborando] del conocimiento es el principal valor que aportamos. Bonito post Alberto. Un abrazo,

Facility manager dijo...

Hola amigo Manel:
Gracias por tu reflexión. Cada día me convenzo mas que la Consultoría Artesana, de la que somos parte, es el gran aporte a la gerencia organizacional. Sin enlatados, acudimos al cliente, aprendemos de el, y construimos con las herramientas de ambos. Se aplica lo que se deba aplicar, sin imposiciones.

Es una suerte haberlos conocido,
Alberto