No es casualidad que cada 23
de abril, me acuerde del aniversario del blog. Hoy es el día del libro, día de
Sant Jordi, o San Jorge, quién mató a un dragón por una princesa, y que de su
vientre moribundo, brotó una rosa roja.
Hoy en la Madre Patria, España, en muchos sitios, los hombres les
regalan rosas rojas a las damas quienes a su vez, le regalan libros.
Trece años no es poca cosa,
uno suele vivir momentos intensos, de cambios, de búsqueda y de encuentros con
otros o con uno mismo. En este último año, básicamente lo que hemos hecho, es
tratar de adaptarnos a una situación muy cambiante que vive el país, marcada
por la alta escasez, la hiper inflación y la inseguridad.
El año pasado en ese
tiempo ya habían comenzado las protestas de calle, más o menos 160 días y 160
fallecidos. En este panorama y habiendo
estudiado para coach, no nos queda más, sino trabajar en contra de la
desesperanza que aparece en otros y en uno mismo. Se debe buscar forma de
activar la conciencia positiva, en la búsqueda del bienestar físico,
psicológico y social. También nos toca hacer planes de acompañamiento a
personas que por alguna de las causas, se ven afectadas por la tristeza, la
rabia o el dolor. Hemos tenido que entender que el problema es muy complejo y
que la necesidad de acompañar a otros en el trance, es una responsabilidad de
cada quién y de todos en conjunto.
Hemos tenido que buscar
respuestas en el perdón, en la perseverancia y en el amor. Encontrar las causas
que nos condujeron hasta el punto en que estamos, es parte de la solución, pero
se requiere pensar que debemos hacer las cosas distintas, para lograr
soluciones diferentes, y eso no se vislumbra aun. Entre tanto dolor, los que
nos quedamos, hemos visto una avalancha humana que se ha ido del país, lo que
hemos llamado a lo interno como la “diáspora”. Nuestros vecinos ya no están,
los médicos con nuestras historias de vida se han ido, los vecinos, compañeros
y sin duda, algún familiar cercano. De repente despertamos un día, con un
sentimiento parecido al que se va, como de ausencia, de no pertenencia, ya que
casi no conocemos a los que van quedando.
En estas condiciones tenemos
que hacer nuestra mejor parte, en hacer las cosas desde el corazón, y en
función de un algo “posible”, y en función de las necesidades de los demás, que
en algunos casos, superan las nuestras. Hemos aprendido a tejer redes de
protección, de información y de alerta. Cada vez más, estamos conectados, y en
muchas ocasiones, en la generación o preservación del bienestar. El tiempo de
cada quién se ha vuelto necesario e importante, pues es clave para la estabilidad,
el crecimiento personal, la trascendencia y en el conseguir un propósito de
vida. Esto nos toca vivir y acá seguimos, en la búsqueda de soluciones
posibles, o al menos, en hacer nuestro mejor papel como parte de una sociedad
que sufre y que quiere un futuro mejor. Un poco de “facilitymanager” quien
trata desde lo artesano, que las cosas humanas y positivas, sucedan.
Alberto
Nota: imagen tomada de dreamstime.com