Pedro
trabaja en una empresa reconocida. Reconoce y sabe, que las personas hacen
cosas por afiliación, (equipos, comunidad), por logros, (solucionar cosas,
resolver problemas retadores) y por poder, (influencia sobre otros). Pedro es
un gerente que le encantan los retos, y se propone realizar proyectos lo mas
retadores posibles, que coloque a la organización en una lista de vanguardia.
Pedro no
sabe, que puede molestar algunas alícuotas de poder, y verse envuelto en
procesos que no le pertenecen con el objeto de lograr que no “moleste”. Tras
muchos intentos, Pedro ya cansado, renuncia. Se cambia de trabajo y le va
mejor, es mucho más saludable y hasta feliz. Pero cuando habla del tema revive
casi con la misma intensidad lo acontecido, por lo que la gente sabe que Pedro
no ha perdonado.
Pedro decide
liberarse del suceso y perdonar a todos los que estuvieron involucrados en un
acto injusto. Pero Pedro no sabe cómo hacerlo. ¿Lo podemos ayudar?
Las nuevas
tendencias de la psicología sugieren que la práctica del perdón estaría
asociada al bienestar, que a la larga llevaría como consecuencia, a la
felicidad. Sin embrago, el perdón como una fortaleza, reconoce que existe un
objeto que ofende y otro objeto que recibe la ofensa, por lo que hay ofensores
por un lado y ofendidos por el otro, como para decirlo de alguna forma.
Por otro
lado en el ámbito del perdón, deben existir o coexistir dos formas de entender
a dicha fortaleza: perdonar y ser perdonado (pedir perdón) lo que supone por
una parte, que cualquier individuo es capaz en algún momento de efectuar una
ofensa y es objeto de ser perdonado, (y de pedir perdón) y el acto de perdonar a alguien, por una
acción mala, injusta o indebida.
Pareciera
entonces que ambos actos son realmente importantes y merecen ser analizados y
estudiados tanto el acto de pedir perdón tras una falla, como el acto de
perdonar. (Quizá vayan juntas y sean en algunos casos, simultáneas). La primera
presupone que existe un análisis y un reconocimiento de un acto indebido que
debe ser resarcido, mientras que el segundo, independiente del objeto que
ofende, es la acción de liberarse de los sentimientos negativos que generan
acciones ocurridas. De los artículos analizados, Casullo (s/f), Everrett (1996)
y Seligman (2005), se ocupan del segundo caso, el proceso de perdonar.
¿Qué es más difícil,
pedir perdón o perdonar?
El
proceso de perdonar.
La
predisposición a perdonar, fundamentadas en las fortalezas de Seligman (2005),
entre las que se destacan la gratitud, la capacidad de perdonar, por supuesto,
y la humildad. Se entiende entonces, que de alguna forma estas fortalezas
interactúan y aparecen para que tras entendido que liberar el dolor de acciones
no perdonadas, se constituyan en un hábito que conduzca al logro de bienestar sicológico
y físico.
Seligman
(2005) basado en un estudio de Everett (1996), estructura lo que vendría a ser
un ciclo por medio del cual y en la práctica constante, lograríamos convertir al
perdón como en un hábito, basado en las fortalezas mencionadas.
El ciclo
está compuesto de cinco fases,
1. Recuerde
el daño objetivamente
2. Empatía,
se comprende porque el otro hizo daño
3. Don
altruista, recordar en situaciones similares, cuando uno haya sido perdonado y
usarlo a favor del perdón
4.
Establecer un compromiso y escribir un documento de perdón y
5.
Engancharse al perdón. No es olvidar lo sucedido sino cambiar el apego a la
acción y convertir el dolor en aprendizaje. Es revivir la fase 1, sin que
genere sentimientos de rencor, aprehensión o dolor.
En el
proceso de estructurar el perdón como un hábito tras comprender el ciclo
sugerido, nos vienen a la mente varios aspectos que perturban nuestro
equilibrio síquico y que son objeto de análisis y resolución. Así, hemos visto
que existen, así mismo, varios aspectos a considerar y son igualmente de los
ámbitos en que se desempeña el ser humano:
a.
Situaciones familiares
b.
Situaciones de amistades
c.
Situaciones en el trabajo
d.
Situaciones íntimas.
Las personas
deben acostumbrarse e perdonar, sin renunciar a la justicia claro está, ya que
al final es que más sufre es que no ha perdonado. Perdonar es sin dudas, una
excelente practica para lograr una vida plena, sin resentimientos y que a la larga, puede terminar haciendo obras de
bienestar colectivo.
Bibliografía.
·
Casullo, MM. (SF) Material didáctico de la
clase. Copia del libro, “Capacidad de Perdonar”
·
Seligman, M (2005). La Autentica felicidad.
Barcelona: editorial Zeta.
·
Everett, (1996), Ciclo REACE. Material de apoyo
de Psicología Positiva, Universidad Metropolitana. Caracas.
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