Nota: Estos temas especiales son escritos que hacemos para el CEC, El Club de Escribidores de Caracas. Siempre es bueno escribir
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¿Cursi yo?
Se decía comúnmente en los pasillos de la escuela de
arquitectura, por los años 80, y hablando de las obras europeas de la
arquitectura, que existía una delgada línea entre lo cursi y lo sublime. Y para
eso, observábamos las grandes obras italianas, (entre las mejores
universalmente hablando), pero que podían mostrarnos las dos caras de la misma moneda.
Entre tantas cosas que hacíamos para formarnos como diseñadores, se encontraba
hacer sillas, lámparas, cafeteras y otras cosas industriales, donde los
arquitectos también hemos tenido que ver.
Más aun, dos de los grandes diseñadores de moda del país,
deambularon en los mismos pasillos que yo. El diseño se presenta en múltiples
facetas; lo primero que uno piensa es en algo escrito, las novelas o la poesía,
y ya vimos que, en arquitectura y su contraparte, la decoración, la gran
costura, los objetos industriales y así, las otras artes como la pintura, la
escultura, inclusive el cine y el teatro. Al final, el diseño como una
expresión humana tiene que ver directo con la misma esencia del hombre. Su
producto entonces, es objeto de ser cursi o sublime, (o quedarse en la delgada
línea que los divide). Pero, ¿quién dice que cosas van para un lado, o para el
otro?. Usemos el tema de hoy, la cursilería, que se define en el DRAE como
“pretender
mostrar un refinamiento expresivo o un sentimiento apasionado pero que resulta
ridículo y excesivamente delicado”.
Parece que pretender mostrar algo que
resulta ridículo, es más una opinión de alguien que lo observa, haciendo que la cursilería o el refinamiento, se
encuentre en los ojos del observador y no en la cosa misma. Depende también del
estado emocional en que se encuentra tanto el que emite como el que escucha. Por
eso es que pasa, que los patrones estéticos varíen en el tiempo y con las
modas, pero resulta también que algo que no nos gusta sin embargo, sea
reconocido por la mayoría como una obra de arte. Hoy en día, reconocemos al
Renacimiento del 1500 como sublime, pero ya un poco distinta al Barroco que
comenzó con los “manierismos” o amaneramientos y nada que decir del Rococó, en
donde todo lo recargado fue lo admirado. Hoy, lo vemos como una época, una
instancia. No era o fue cursi, entonces. Cuando era estudiante, andábamos en la
onda de la escuela modernista, justo en la delgada línea que nos dividía de los
postmodernos. Y la historia volvió a cambiar. Comencé modernista y terminé la
carrera siendo posmodernista.
Las novelas de Corín Tellado pudieran
ser vistas hoy en día como exageradas o rebosadas de sentimentalismo, al igual
que la ropa de los años 60 y sus pantalones campana con sus carteras tejidas,
colgadas del hombro. En su momento tuvo sentido, en su momento la gente lo siguió
o se identificó.
El juicio de lo cursi o sublime por
último, puede tener significados distintos a cada persona, y ya dijimos que por
el estado de ánimo o emoción de cada quién. También agregamos la época, la moda
o las tendencias. También pudiera tener relación con la educación, a las creencias,
y a la esencia de cada uno. Pero también puede ser la suma de todo.
Todo cambia si eres crítico de arte; cuyo poder se afirma en el poder que los
otros le otorgan. El crítico hace su trabajo y emite opinión desde su educación
y la forma de ver el mundo; el rebaño lo sigue.
El respeto al otro es parte fundamental
de la noción de la apreciación de la belleza. Para la psicología positiva es
una fortaleza que nos permite encontrar elementos especiales, que en
situaciones cotidianas, no percibiríamos. El aprecio a la belleza comprende,
además de las condiciones externas, los juicios y las opiniones, y de un
reconocimiento de los elementos esenciales. Al percibir lo que percibimos,
tenemos el poder de dejarnos llevar por las intenciones de quien crea. La
creación es un acto de amor y como acto de amor no acepta adjetivos, mucho
menos la cursilería.
Tenemos un mes tratando de definir que
es la cursilería en el grupo que compartimos, y nadie ha sido capaz de
acercarse a una definición creíble o de poder aplastante en su significado. Me
quedo finalmente con que lo cursi está en los ojos de quién juzga, no en el
objeto mismo. Por lo tanto me declaro una persona que eventualmente puede
decir, hablar, emocionarse, pintar o escribir “cursiblemente”
Alberto Lindner
PD: La palabra “Cursiblemente”no existe
en la DRAE. Es una palabra cursi…
PD2. Si alguien te increpa por algo que
dices por ser un poco cursi, le dices, ¿cómo sabes que la Guaira (El puerto de
Venezuela, que queda como a 20 km de CCs) es lejos…?
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