jueves, julio 25, 2013

Las organizaciones, ¿tienen corazón?


Quizá una de las reflexiones más interesantes en los últimos meses fue la que hiciera el Dr. Ciro Gaona, neurocirujano, como parte del Diplomado de Psicología Positiva, que se basaba en la importancia del cerebro en las sensaciones de bienestar y felicidad. Planteaba que en estos momentos casi podemos hacer trasplantes de cualquier órgano sin perder nuestra identidad como ser humano, a excepción del cerebro, cuyas consecuencias insospechadas aún, sería que dejaríamos de ser lo que somos. 
 No ha habido trasplante de cerebro pero se sabe que es allí que residen las emociones, la memoria, los recuerdos, los aprendizajes, los instintos y las intuiciones. 
 
Todo se trata de conducciones eléctricas que incitan a las reacciones químicas de neurotransmisores de neuronas a neuronas justo en la sinapsis. Ahora conocemos mucho más de los neurotransmisores y hasta se han clasificado;  podemos nombrar los del estrés, los del amor, los del bienestar, entre tantos. Todo se encuentra en ese universo de 500 mil millones de neuronas que crean caminos nuevos de comunicación, que se reproducen, se estimulan, crean nuevas rutas de conexiones y nos hacen percibir el mundo de maneras diferentes. Es más, estimular y ejercitar el cerebro, es parte de la garantía de llegar a una vejez plena, serena y con calidad de vida. Debemos, sin duda, guardar en abundancia para tener en la escasez; un poco de contar con vacas gordas en escasez y evitar que sean devoradas por las vacas flacas tal y como muestra el sueño del Rey Egipcio, identificado o traducido por José, en el Antiguo Testamento.

Ya aclarado que es el cerebro el encargado de los sentimientos, además de casi todas las cosas, ¿por qué entonces asociamos al corazón, el amor, el odio y las emociones positivas?
En la antigua Grecia buscaban el lugar donde se pudiera alojar el alma de las personas y entonces siempre nombraban al corazón y al cerebro; Aristóteles los ubicó en el corazón, y hasta el Cupido de la era romana disparaba flechas de oro justo al corazón, donde según ellos estaban las pasiones más entrañables. También tenía flechas de plomo, porque a veces se le ocurría que había que hacer lo contrario.

Como dice María Luisa Rubio, (Scribd,2013),hay corazones de oro, de piedra, bondadosos, valientes, secos, dulces, henchidos de pasiones, amorosos, contentos, (dice una canción, “tengo el corazón contento lleno de alegría), felices; muchas fortalezas humanas asociadas a un solo órgano. (De hecho, me acabo de dar cuenta que las dos heráldicas familiares tiene corazones en el centro). Los cristianos sin duda, han hecho del corazón, un símbolo sagrado, donde el “Sagrado Corazón de Jesús” viene a ser una imagen venerable. (1)

Lo que si nos queda claro es que frente a pasiones intensas, miedos o acciones de supervivencia, el corazón se agita, cambia sus latidos volviéndose  perceptible, cosa que no ocurre de la misma forma, con el cerebro.  La discusión puede ser larga, pero al final, nos interesa la metáfora que ha perdurado por siglos, en la que el corazón es el receptor de las emociones, y así incluye la bondad, la comprensión, la amistad y la solidaridad. El corazón es el responsable de sentirnos emocionados, enamorados o inquietos cuando el ser amado se aproxima. En sentido figurado al menos, el corazón es la evidencia de la presencia de una pasión, aunque el sentido de sentirse “embriagado” se deba a algunos neurotransmisores u hormonas y su relación con el cerebro.

Muchas veces se ha dicho, “esa empresa no tiene corazón” y en función de los argumentos anteriores, es que pudiera actuar solo bajo premisas racionales, sin afectos.  Para que una empresa tenga a o no corazón, debe, metafóricamente tener un cuerpo o sistema que lo contenga. Es así que las empresas vistas como sistemas holísticos, y en función de conservar y cuidar su “cadena de valor”, (cadena productiva), pueda llegar a ver a su gente o sus empleados, como el ingrediente vital, algo así como la sangre que circula, transporta, mueve, incita, promueve, crece y aprende. El corazón radica en todo el sistema cuando se es una empresa positiva, a diferencia de las absolutamente materialistas que solo persiguen un beneficio “per se”, descuidando a los componentes; en ellas el corazón radica en la alta gerencia. 

Tanto es así en la nueva visión de RRHH, de la que hemos hablando en “Recompensa Total” o también “Compensación Total” donde todo es visto  como un sistema, y donde el empleado recibe una serie de beneficios, que no solo abarcan su salario, sino también, la promoción de la salud, el crecimiento personal, el crecimiento profesional, la relación trabajo-hogar y en general el bienestar integral. Una empresa sistémica o "saludable" reconoce que su talento humano pasa más tiempo de calidad en la empresa que en cualquiera de sus otros ámbitos, (casa, deportes, esparcimiento), por lo que es necesario que se ocupe de estudiar, fortalecer los lazos entre las relaciones hogar y trabajo y sus compensaciones. Ya muchas leyes de países como el nuestro, han incluido las compensaciones, distintas al salario monetario como parte de su concepto.(2)

Una empresa “con corazón” no debe perder de vista las relaciones entre sus empleados, debe saber escuchar y responder a tiempo (y en consecuencia), crea cargos donde se analiza la relación entre las exigencias del cargo y los recursos con los que cuenta para desarrollarla, combate el estrés laboral, diseña planes de crecimiento y de sinergia interna, promueve programas de salud, se involucra en los problemas de la gente, crea programas para atender a enfermos de la empresa, practica la solidaridad, y prepara a sus gerentes para afrontar, llegado el momento, a su retiro voluntario. Una empresa con corazón, prepara a otros a que ocupen sus puestos de trabajo,  en el conocimiento de que el crecimiento es continuo. Una empresa con corazón, reconoce que el cerebro de la empresa es fundamental, ya que organiza, estructura, ordena, mejora, aprende; pero le da un “justi-lugar” a la inteligencia emocional, y a los beneficios que se derivan del trabajar en una empresa amable, eficiente, sincera, comunicativa, querida, protegida y emprendedora.

Las empresas que acallan a su corazón, se vuelven sistemáticas, no sistémicas, con exceso de normas y reglamentos y no de aprendizajes, de resultados financieros y no de los procesos, gente y clientes; se vuelven frías, donde los recursos se cambian, no se re-educan.  La pérdida de corazón en las empresas, pienso, deben estar asociados a la preponderancia del cerebro empresarial. Se piensa en algún momento que dado que alcanzamos las metas, se puede conservar o proteger lo logrado mediante la re estructuración del comportamiento organizacional, y en la disminución de logros empresariales asociados a las emociones, pero que a la larga, ya han contribuido en alguna forma, al sentido de bienestar tanto real como percibido. Perder el conocimiento de la importancia del “corazón” en esta ecuación, es realmente peligroso, pues corremos el riesgo de tener como producto, la desmotivación, los conflictos laborales, el estrés, el mínimo esfuerzo y la pérdida de compromiso; todo eso, al final, se traducirá en “menor productividad”. Con menor productividad, invertiremos menos en corazón y así en espiral interna, hasta la crisis.

Igualmente, las relaciones empresa-persona deben ser de ganar-ganar, y en donde el trabajador debe producir un tanto más de lo que gana, para que la ecuación no sea cero, y al final todos se perjudiquen. (3). Las empresas con corazón usarán su cerebro para no permitir sabotajes ni enquistamientos que a la larga perjudican a toda la cadena de producción. Tampoco se trata de represión ni de permisividad total.

Si usted tiene una empresa donde ha aumentado la rata de movilidad y renuncias, es tiempo de que examine su corazón.
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Nota: la imagen de la entrada es un Glog, (graphic blog) o bitácora gráfica que aplica tanto al mundo virtual como al real. Es de una conferencia sobre el cerebro, a la que le he insertado un corazón. Los glogs son la forma de transformar apuntes en Posters.

Referencias bibliográficas:




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