domingo, febrero 06, 2011

¿Es finita la fuente de inspiración? post#251

En estos días en que me desempeño como coordinador de una Cátedra gremial de la construcción, me he empeñado en hacer memoria acerca de aquellos tópicos que pudiesen tener relevancia e importancia para los nuevos graduandos.

Es una especie de “insight” donde paso a paso pretendo encontrar al escarbar en lo más recóndito de los recuerdos. Y ¿Dónde se guardan las lecciones aprendidas y las mejores prácticas?
Sin lugar a dudas, que si no lo hacemos en nuestra parte instrumental del cerebro, pronto habrán de convertirse en memorias que se colocan en lugares poco utilizados. En cualquier caso hice un ejercicio inteligente. A saber, de la coordinación del curso, tuve la oportunidad de tomar una clase entera. (La cátedra se compone del dictado de la experiencia de la Junta Directiva del gremio. Cada dia una nueva exposición). Al entrar como ponente, me hice la pregunta de cómo relacionar la experticia con las lecciones aprendidas. La charla la titulé “Las 10 historias que merecen ser contadas”. Además debía poder dar coherencia a todas las charlas y darle ilación a los postulados de la Gerencia de la Construcción.

Interesante es el método que usamos para estructurar en una presentación de hora y media, todo lo que merecería ser contado en 30 años de experiencia profesional. Se requieren muchas horas de preparación, que no es solo “contar un cuento” sino colocarlo en contexto, extraer los aprendizajes y poder presentarlo como una historia a ser considerada por cada quien, como un punto de atención, como para cuando les toque, tomar decisiones.

Lo interesante, es escarbar en los recuerdos e ir valorando todos aquellos interesantes para poder llegar a ser resumidos en solo 10. Y resulta que mientras más antiguos sean, más valor contextual pudiera llegar a tener. Pero no podía hacer una presentación de 30 años, en solo los primeros años de experiencia. ¿Y a que se debe esto? Bueno, creo en principio a que los primeros años son de aprendizaje por experticia, la transferencia de maestro a aprendices, la escritura de nuestra propia historia. Con el pasar de los años y con nuestra propia pluma, nos encontramos re escribiendo historias vividas, ya sin errores previos, sin embargo.

En la medida que maduramos profesionalmente, nos basamos en nuestras propias historias y ya no más en las transferidas de los maestros. (Nos comenzamos a convertir en maestros). Al culminar el postgrado, ya se puede estructurar el conocimiento y darle forma para comenzar a tener visiones de transferencia y ayudar a otros a escribir su propia hoja de ruta, tratando de que las equivocaciones sean menores y bajo un riesgo conocido y controlado.

La intensidad de las historias, como ya se dijo, son más intensas en los primeros siete años y van perdiendo “valor” relativo para ser contadas. Otra razón que se agrega a la observación, es el contexto de la audiencia: Son historias para personas que quieren escuchar historias de alguien igual pero treinta años antes. Y quizá la estrategia de la presentación fuese distinta si hubiera tenido que exponer 30 años de experiencia a estudiantes de postgrado o a una reunión de colegas en su congreso anual. Un poco de todo, como dicen las enseñanzas de la Gestión de proyectos del PMI, donde el gerente debe saber comunicarse principalmente y manejar las competencias fundamentales de la comunicación, sobre todo en el conocimiento previo de la audiencia, el conocimiento de la experiencia previa, el conocimiento cultural, la edad, el sexo y la condición social y económica.

Una de las más importantes habilidades y competencias de un gerente, sin dudas es la comunicación. Saber comunicarse con la audiencia, es poder previamente, estudiar a quien va dirigido el mensaje; (no se trata de tomar una vieja presentación de power point y volver a usarla), es dedicarle varias horas de preparación previa, de analizar las imágenes, los colores, la duración y la intensidad del mensaje a transmitir. Se trata de analizar los gestos que usaremos, la intensidad de voz, las pausas, el movimiento en escena, el uso del automático de las diapositivas; es el uso del silencio, de la coma y del punto y coma. El uso de la mirada, del interés.
Al final, se trata de respeto a la audiencia. Del saber transmitir que les importas y que tomaste parte de tu tiempo, para la preparación.

Es interesante ver cómo te transformas en maestro, para cuando puedes ya, construir una clase con tus propias historias y un poco menos, con aquellas que le dieron paso a tu crecimiento. Así son las cosas, gracias a Dios.

Nota final: el día de la presentación, se fue el sistema eléctrico. A veces dura poco, a veces dura más de una hora. Cuando se apagó todo, me callé. Dije que no se iban a dar cuenta la dedicación que le había dado a la presentación. Igual, seguí hablando y dibujando en la pizarra. A los cinco minutos regresó la luz y continué para llegar a término. Creo que ya nadie recuerda el evento fallido. Solo la presentación. Si quieres leer un poco más sobre la relatoría de mi taller, pincha acá.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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