domingo, diciembre 14, 2008

Días de furia

Allá por 1979, a dos años de mi graduación como arquitecto, mis compañeros y yo, ya teníamos las habilidades necesarias para expresar nuestros diseños y proyectos. Cada quién había tratado de encontrar su propio medio de expresión, y comunicación de la idea. Algunos se caracterizaban por usar materiales “pobres” para hacer sus planos, como el papel de carnicero, que le daba una textura increíble, y otros más “ortodoxos” usábamos papel cebolla y plumillas de tinta, con la famosa plantilla “Leroy”.

Ya para entonces, éramos maestros en el uso de las texturas, y de las sombras propias y arrojadas de los volúmenes, ya que habíamos recibido clases de geometría descriptiva de un profesor cuyo nombre no me acuerdo, (ni me quiero acordar), que explicaba la teoría de las luces y sombras con un borrador en las manos. Muchos terminábamos la clase con tiza en la cabeza, que era el lugar donde iba a parar el borrador si no acertábamos la respuesta. (Todo un docente!!). La ley de higiene y seguridad industrial hubiera tenido mucho que ver con el tipo.
Ya conociendo la teoría de las luces y manejando por muchas horas la tinta, aprendimos a dibujar con líneas rectas, oblicuas, paralelas y curvas. Una vez, viendo a otros hacerlo, (casi siempre es por transferencia de unos a otros), descubrimos una película casi transparente, delgada y manejable, que se llamaba el “ZipaTone”. Tenía una variedad increíble de colores, texturas y tonos, que bien escogidas y bien aplicadas, podía transformar a un “proyecto muerto” en una obra de arte. Muchos nos atrevimos a usarlo, algunos con mucho éxito, otros (como yo), con un poco menos de suerte.

El tema es, que si alguien no había llegado a consolidar su esquema o “concepto” (la generatriz del proyecto), se recurría al “veneno”, que en venezolano quiere decir, que lo ibas a volver una obra de arte. Así como el amor entra por el estómago en los matrimonios, la exaltación de la vista, lo fue para los proyectos de diseño arquitectónico. Resulta que los docentes, ya se sabían el cuento y ya no comían tanto por los ojos, (aunque en mi universidad un poco más). Recuerdo un caso, de una de las mejores alumnas de clase, que presentaba los más atractivos proyectos, (no siempre los mejores), y siempre salía bien. Supe de algunos casos por otro lado, de “proyectos muertos” exquisitamente presentados, que el o los docentes empezaban a arrancar el fino pliego venenoso, hasta dejar al desnudo la idea o el concepto. Entonces decían: “El Rey está desnudo…” o sea que te jodiste…!! De ahí en adelante, los chamos se cuidaban de colocar “venenos” si el proyecto no era superior. La compañera siempre lo hizo (y tuvo suerte). La verdad es que yo lo usé en contadas ocasiones, por una parte porque se requería de una maestría de colores (y yo soy daltónico), y por otra porque era carísimo. Aprendí en esa etapa de mi vida, primero a resolver problemas y proyectos, y segundo, a aprender a difundir ideas a través de la comunicación.

¿Porqué he contado esta anécdota?. Porque me hace recordar a veces, las historias que quieren que creamos, algunas personas o políticos acerca del país…. Puro ZipaTone.!! Lo quitamos y no queda nada, sin concepto, sin nada. Puras rayas, pura propaganda.
Así como el Zipatone, son las tramoyas o escenarios de las películas. Son fachadas espectaculares, impactantes que a veces nos hace desear vivir en ellas. Son fachadas, detrás, solo, vacíos.

Nota: El Zipatone fue el mejor de los artilugios de presentación de diseños, cuando las computadoras solo eran máquinas inmensas en cuartos refrigerados, y no se pensaba aún que podía existir una PC. Con la llegada de las computadoras personales, llegó el CAD, la computación aplicada al diseño.
Alberto
Imagen tomada de wikipedia en, ver acá

3 comentarios:

GET dijo...

Por eso no estudié arquitectura!!! Siempre me pareció que la forma de corregir los proyectos de arquitectura era muy subjetiva y aunque obviamente el profesor posee mayor experiencia, muchas veces la decisión es sesgada y no permite desarrollar nuevas tendencias y romper paradigmas, cuando ESE es el mejor momento para hacerlo.

Luego, con el paso del tiempo, y aunque estudié ingeniería civil, entendí que a todo nivel uno debe desarrollar la competencia de IMAPACTO e INFLUENCIA.

Es la competencia que refleja la capacidad de influir, persuadir y convencer a los demás para que estos hagan lo que el emprendedor desea, teniendo a la gente de su lado y consiguiendo que apoyen sus planes. Tener impacto e influencia implica lograr alinear a las personas en torno a un plan o una visión, consiguiendo que hagan las cosas a la manera buscada.

Una persona con un nivel bajo de esta competencia solo intenta producir un impacto determinado en otros, muestra preocupación por la reputación y la apariencia pero no consigue mucha acción al respecto. A medida que la persona avanza en los distintos niveles de esta competencia logra producir acciones concretas, para ello debe persuadir usando razones claras, adaptando sus argumentos a los intereses de los interlocutores, buscando varias maneras para lograr el impacto, preparándose previamente y anticipándose a las acciones de otros.

Un nivel superior implica ser un estratega, utilizando redes complejas para lograr incluso influencia directa, se vale de la opinión de expertos o terceras partes para influir, actúa entre telones para lograr su apoyo, es un experto en las artes de ser político y logra que la gente esté contenta haciendo lo que el desea.

Por otro lado, el empresario con alto nivel de impacto, no solo logra poner a su gente a trabajar en la misma dirección, sino que logra apoyo de otros, inclusive a gente del gobierno o a clientes para que sus decisiones estén alineadas con los intereses de la empresa. También podría conseguir dinero prestado sin oofrecer colaterales o muchas garantías.

Facility manager dijo...

La verdad es que la oportunidad que tuve fué bien interesante. Ser arquitecto trabajando para Ingenieros, me dió la doble visión del mundo y es lo que he utilizado todos estos años. No sin embargo, soy el único arquitecto en la Facultad de Ingeniería
AL

Senior Manager dijo...

Si me acuerdo de las cosas que comentas, y en cierta forma me transportan al pasado, a uno sin computadoras y en donde teníamos que hacer maás con la manos que con el ratón.
Por cierto, que ademas de los escenarios y las fachadas de los políticos también critico sus máscaras, pues todos sin excepción lelvan una.
SM