viernes, noviembre 14, 2008

La perspectiva del caballo

Cuando uno se mira al espejo, observa su reflejo. Si uno dice: “-levanta la mano derecha”, verá alzarse la mano derecha de nuestro lado derecho, por ser nuestro reflejo.
Si uno se para frente a otra persona y dice: “-levanta la mano derecha!”, verá que levanta su mano derecha que se encuentra a nuestro lado izquierdo, pues no es nuestro reflejo.
Si uno se para frente a un caballo, y lo vemos correr hacia la izquierda, lo estaremos viendo correr hacia la izquierda nuestra, pero bajo la perspectiva del caballo, éste estará corriendo hacia la derecha. ¿Qué tiene más sentido, hacia donde vemos correr al caballo, o hacia donde piensa el caballo que está corriendo?
Cosas de la relatividad de posición y mensaje.

3 comentarios:

Facility manager dijo...

Las direcciones en que se observa son relativas y dependen del actor y del observador. Cuando uno ve a un caballo corriendo a la derecha, está corriendo a su izquierda. Mejor sería, verlo correr hacia el este, que el es el nacimiento del sol, la esperanza de un nuevo día. Correr hacia el oeste representa correr hacia el poniente, el fin del día y la esperanza de uno nuevo. La simbología es importante para muchos, tambien para mi.
FM

Facility manager dijo...

Las direcciones en que se observa son relativas y dependen del actor y del observador. Cuando uno ve a un caballo corriendo a la derecha, está corriendo a su izquierda. Mejor sería, verlo correr hacia el este, que el es el nacimiento del sol, la esperanza de un nuevo día. Correr hacia el oeste representa correr hacia el poniente, el fin del día y la esperanza de uno nuevo. La simbología es importante para muchos, tambien para mi.
FM

GET dijo...

La hipótesis de desarrollo cepalista basado en la planificación central, la protección arancelaria, el Estado empresario, la sustitución de importaciones, el control de precios y la industrialización forzada, ha demostrado ser muy inefectiva para generar PyME exitosas en Latinoamérica. Estas políticas han propiciado muchos empresarios dependientes del Estado, creando sociedades que no buscan innovar y ser más productivas, sino que demandan proteccionismo para cubrir sus deficiencias y su incapacidad para competir.

Por otro lado, la población venezolana se debate continuamente entre la instalación de un modelo de estas características y uno de libre mercado, al cual sus detractores califican de "capitalismo salvaje". Este es quizás el principal problema de todos, ya que el esquema mixto que se había estado generando en décadas anteriores como consecuencia de la eterna lucha entre ambas filosofías, no es “ni chicha ni limonada”, sino un “pastelazo” intermedio.

Una de las razones por las cuales Latinoamérica no termina de calar dentro de los sistemas de libre mercado, modelo que en repetidas ocasiones ha demostrado mundialmente que es el más eficiente para potenciar el desarrollo de PyME, es porque cuando nos miramos en el espejo no queremos ser como los fríos europeos o los imperialistas norteamericanos, a los cuales les degradamos su estilo de vivir con expresiones como las planteadas por la prestigiosa banda tradicionalista venezolana Serenata Guayanesa: “Si a eso llaman progreso, yo no quiero progresar” o lo que refleja la expresión “El Norte es una quimera”.

Notables escritores latinoamericanos demuestran como con esta bandera en mano, muchos políticos, militares, guerrilleros, empresarios, sindicalistas, intelectuales, académicos y curas, se han abrazado de las utópicas, pero inefectivas ideas marxistas, maoístas, socialistas, comunistas o mercantilistas, que sin duda han contribuido a que las últimas décadas hayan sido consideradas como perdidas para la mayoría de países del continente. Como bien dicen muchos en Venezuela: “Quien a los veinte años no era comunista es que no tenía corazón, quien a los cuarenta lo sigue siendo es porque no tiene cabeza”

Se habla de que el modelo de oferta y demanda no funciona en nuestro país, ya que muchos sienten que nuestro empresario es una especie de “bestia apocalíptica” que especula ilimitadamente y abusa del consumidor, pero si a los venezolanos se nos pregunta por los precios del petróleo, de inmediato recordamos con alegría la época en que las guerras árabes provocaron alzas monumentales en el precio del crudo, situación revivida los últimos años. De cierta forma, Venezuela y sus fatídicos socios de la OPEP le aplicaron un capitalismo salvaje al resto del mundo, obteniendo ganancias inmorales sobre una coyuntura internacional y con algo que tenemos la suerte de tener debajo del piso; que por parte de Venezuela también se ha utilizado recientemente como arma de chantaje político a países latinoamericanos y del Caribe.

A ese capitalismo salvaje nadie lo critica, porque gracias al él, muchos venezolanos pudieron y otros están actualmente disfrutando del “nuevo riquismo”. Ejemplo de ello fue el infame regalo de un barco, por parte de nuestro gobierno, a un país sin costas, los viajes ida y vuelta de nuestros ciudadanos a fiestas en el exterior, el lujo asiático que disfrutamos por un tiempo o las becas al exterior para gozar la vida de la “Venezuela saudita”. Lo imperdonable no es haber recibido inmerecidamente los recursos extraordinarios provenientes de esas coyunturas, sino lo que se hizo con ellos en ambas ocasiones.

Según lo mencionado, no cabe duda que el nuevo desarrollo venezolano debe obligatoriamente partir sobre las bases de la formación de un tejido empresarial, conformado por numerosas PyME capaces de generar empleo y riquezas para la población y no en función de un Estado dinamizador de la economía nacional. Estas empresas deben ser fundadas sobre terrenos sólidos, para que resistan los embates de la competencia internacional con éxito.

Para lograr esto se debe propiciar la implantación de un modelo económico que siga lineamientos de derecha, sin llegar a sus extremos. Un sistema que vaya en línea con lo éxitos logrados en economías de carácter latino como los resultados italianos, donde la base fundamental de su desarrollo empresarial son millares de pequeñas empresas de fuerte carácter familiar o como el desarrollo español donde se combina el crecimiento económico y la productividad con el estilo de vida sabroso, informal y alegre que tanto nos gusta.

Los investigadores del tema han planteado la existencia de un camino intermedio al que han denominado la tercera vía. Este esquema es factible siempre y cuando se haya logrado una base mínima para humanizar la economía con programas de apoyo social bien fundamentados para repotenciar a los más necesitados. Esta tercera vía será el inevitable resultado de un país solidario como Venezuela una vez se haya resuelto las principales variables macro para la producción eficiente de recursos.